El papa Francisco instó a abandonar la actitud de malgastar la vida acumulando bienes que nadie se lleva al más allá.
“¡Nunca he visto, detrás de un coche fúnebre, un camión de mudanzas!”, dijo el Papa con su característico humor, en la audiencia general de este miércoles 9 de febrero de 2022.
En el aula Pablo VI del Vaticano, ante fieles y peregrinos de todo el mundo, el Papa ha continuado con el ciclo de catequesis sobre la figura de San José “como patrón de la buena muerte”.
Una devoción - contó - nacida del “pensamiento de que José murió con la presencia de la Virgen María y de Jesús, antes de que ellos dejaran la casa de Nazaret”.
Antes o después todos cruzaremos esa puerta…
El Papa explicó que la verdadera luz que ilumina el misterio de la muerte viene de la resurrección de Cristo (1 Cor 15,12-14).
Por ello, solo por la fe en la resurrección “nosotros podemos asomarnos al abismo de la muerte sin que el miedo nos abrume”.
“Podemos entregar a la muerte un rol positivo”, aseveró. De hecho, pensar en la muerte ayuda “a mirar con ojos nuevos toda la vida”.
“¡Nunca he visto, detrás de un coche fúnebre, un camión de mudanzas! No tiene sentido acumular si un día moriremos”. Afirmó el Papa en su alocución mirando a los presentes.
“Lo que debemos acumular es la caridad, es la capacidad de compartir, de no permanecer indiferentes delante de las necesidades de los otros”, añadió.
La muerte no da tiempo para pelearse
Sucesivamente cuestionó: “O, ¿qué sentido tiene pelear con un hermano, con una hermana, con un amigo, con un familiar, o con un hermano o hermana en la fe si después un día moriremos?
De qué sirve enfadarse, enfadarse con los otros…Delante de la muerte muchas cuestiones se redimensionan. Está bien morir reconciliados, ¡sin dejar rencores y sin arrepentimientos!”
Yo quiero decir la verdad, todos estamos en camino hacia esa puerta”, abundó.
La muerte es como un ladrón…
El Papa ha propuesto la enseñanza del Evangelio que “nos dice que la muerte llega como un ladrón”, y no tenemos “bajo control su llegada”.
Pues, nadie puede programar la propia muerte, “permanece un evento con el que tenemos que rendir cuentas y delante al cual también hacer elecciones”.
Encarnizamiento terapéutico
Por esto, el Papa recordó que después de haber hecho todo lo que humanamente es posible para cuidar a la persona enferma, resulta inmoral el encarnizamiento terapéutico.
Sucesivamente citó una frase de la “gente del pueblo”: “Déjalo morir en paz, ayúdalo a morir en paz” y añade: “¡Cuánta sabiduría!
Cuidados paliativos
La segunda consideración del Papa ha sido sobre la calidad de la muerte misma, del dolor, del sufrimiento.
De hecho, insistió que “debemos estar agradecidos” que la medicina ayude a las personas con los llamados “cuidados paliativos”, “toda persona que se prepara para vivir el último tramo del camino de su vida, pueda hacerlo de la forma más humana posible”.
Pero debemos estar atentos a no confundir esta ayuda con derivas inaceptables que llevan a matar.
No a la eutanasia
El Papa alude a la eutanasia. “Debemos acompañar a la muerte, pero no provocar la muerte o ayudar al suicidio (asistido).
“Recuerdo que se debe privilegiar siempre el derecho al cuidado y al cuidado para todos, para que los más débiles, en particular los ancianos y los enfermos, nunca sean descartados”.
De hecho, confirmó que “la vida es un derecho, no la muerte, que debe ser acogida, no suministrada. Y este principio ético concierne a todos, no solo a los cristianos o a los creyentes”.
Acelerar la muerte de los ancianos
El Papa subrayó el “problema social y real” de “planificar - dijo - no sé si es la palabra justa- para acelerar la muerte de los ancianos.
Insistió que no dar las medicinas que necesitan los ancianos más pobres les deshumaniza. “Esto no les ayuda, les empuja más rápido hacia la muerte. Esto no es ni humano ni cristiano”.
Francisco insistió que las personas mayores son “nuestra sabiduría” y deben ser cuidados como un “tesoro de la humanidad”.
Un Ave María por los agonizantes
Por ultimo, dijo: “Acariciar a una persona mayor tiene la misma esperanza que acariciar a un niño. Porque el principio de la vida y el final son siempre un misterio. Un misterio que debe ser respetado, cuidado, amado”.
Al final de la audiencia general, el Papa ha rezado un Ave María con los presentes “por los agonizantes y por los que están viviendo un luto”.
“Que San José pueda ayudarnos a vivir el misterio de la muerte de la mejor forma posible. Para un cristiano la buena muerte es una experiencia de la misericordia de Dios, que se hace cercana a nosotros también en ese último momento de nuestra vida”