2008: Lolo Jones está en su mejor momento. Es campeona del Mundo. Se encuentra en los Juegos Olímpicos de Pekín. Es la máxima favorita. Ha ganado todas las carreras del año y llega en su mejor momento de forma. Antes de la carrera reza: “Señor, ésta es la mayor plataforma que voy a tener en mi vida. Déjame usarla para servir de inspiración a la gente. No importa cuál sea el resultado”.
Lolo Jones pensaba en ganar una medalla. Quizá el oro. Ser inspiración para todos los estadounidenses. Conseguir el éxito y mostrar que con esfuerzo se consigue todo. Dios tenía otros planes. Lolo Jones iba en cabeza, destacada, pero se tropezó en la penúltima valla, llegó desequilibrada y se quedó fuera de las medallas. Su imagen llorando en la pista dio la vuelta al mundo.
“Jamás habría podido imaginar que mi forma de inspirar a la gente sería perdiendo”, afirma Lolo Jones: “Dios respondió a mi oración. Perdí de una forma tan estrepitosa, que a día de hoy sigo siendo un referente para muchas personas. La gente me sigue diciendo que verme perder en los Juegos le sirvió de inspiración”
Lolo Jones: Salvando obstáculos
Son muchas las anécdotas que Lolo Jones, ganadora de cuatro medallas de oro mundiales y doblemente olímpica en salto de vallas (Juegos de Verano) y en Bobsleigh (Juegos de Invierno) cuenta en su libro: “Salvando obstáculos”, que acaba de publicar Palabra.
Un libro con un hilo conductor: “Cómo superar los tropiezos de la vida con determinación y empuje” y un protagonista por encima de todos: Dios. Lo que Lolo Jones hace en su libro es mostrar su fe y alrededor de ella nos va contando los momentos de su vida. Ninguno de ellos fáciles.
La relación con su padre:
Tanto, que un día tras una discusión su madre acabó en el hospital. Su madre, golpeada y maltrecha estuvo a punto de perder la vida y, poco después, su padre ingresó en la cárcel. Aún y con todo… le perdonó.
Su difícil infancia, en la pobreza y su relación con la Iglesia: “Una de las pocas cosas consistentes en mi infancia. La iglesia solía ayudarnos, pero esta vez fue más allá: se convirtió en el hogar de una familia sin techo”.
Su relación con el atletismo y todo lo que hay alrededor. El ser aceptada como mujer mestiza: “Muchas veces siento que no soy lo bastante blanca para los blancos ni lo bastante negra para los negros” o la difícil búsqueda de patrocinadores.
También su fe y su manera de vivirla y transmitirla. Lolo Jones defendió la castidad como valor personal y declaró su disposición a llegar “virgen” al matrimonio, lo cual le ha granjeado muchas incomprensiones:
Su relación con Dios
Pero, sin duda, lo mejor del libro es su continuo diálogo con Dios y su relación personal y profunda. Desde la cercanía y la misericordia, como le ocurrió nada más caer: “Dios me habló en la pista de Pekín y me dijo: Pero estás aquí”, hasta sus momentos de falta de fe y discusión con Dios: “No soy más que un ser humano. No entiendo sus planes sobre mí. Y ese es el problema”.
No se trata de un tratado de Teología, ni pretende serlo, pero sí que es una muestra de lo que es una relación personal con lo divino:
Lolo Jones lo tiene claro y es lo que quiere mostrar en su libro. Es la clave de su inspiración:
“Lo único que tengo es la experiencia del amor de Dios y la certeza (aunque en estos momentos flaquee un poco) de que Dios es bueno, aunque no lo entienda, aunque no tenga las respuestas”.
El libro puede adquirirse en librerías y en la página web de la Editorial Palabra.