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Es momento de conquistas espirituales

bandera en la montaña

Qué grande cuando el conquistado se vuelve conquistador

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Carlos Padilla Esteban - publicado el 17/02/22
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El corazón vibra, lo quiero con todo mi ser y cueste lo que cueste voy a lograr poseerTe

Conquistar es una palabra que tengo que explicar para comprender bien lo que quiero decir.

La primera vez que la escucho me evoca violencia y lucha. Conquisto un reino que no me pertenece, invado un lugar que no es mío, me hago con aquello que es de otros y no me pertenece.

La palabra tiene que ver con creer en algo y luchar por conseguirlo por encima del deseo de los otros. Conquista el que tiene más fuerza, o más medios, o más poder.

Puede ser un verbo que despierta rechazo. No me gustan los conquistadores que se imponen por la fuerza.

Me gusta que respeten mis derechos y mi libertad, sin imposiciones. Pero al mismo tiempo esta palabra tiene otros acentos, otro significado.

Hacerte mío

Conquistar me habla de ser capaz de creer contra toda esperanza y lograr aquello en lo que creo, aunque al inicio parecía imposible, o demasiado lejano.

Conquistar en el plano espiritual tiene que ver con hacer mío algo que todavía no me pertenece. Sólo lo recibí como herencia pero no lo he llegado a poseer totalmente.

Conquisto una forma de oración y la hago mía. Conquisto un lugar y se convierte en un lugar especial en mi vida.

Conquisto una imagen ante la que rezo y desde ese momento es mi imagen predilecta, le tengo un cariño profundo.

Conquisto con delicadeza y amor a una persona y desde ese momento surge un amor incondicional.

Conquistar un lugar, una misión, una persona...

Me gusta este verbo que despierta en mí el deseo de llegar a poseer lo que aún no poseo.

Conquisto un santuario que está en lo alto de una montaña y lo hago mío. Desde que subo por un sendero eterno y duro he hecho más mío ese santuario de vistas de cielo y siento que su nombre tiene que ver conmigo: María camino al cielo.

Porque Ella me lleva al cielo y en este lugar lo siento de forma muy real. Incluso a veces las nubes están tan bajas que te abrazan. El cielo desciende sobre la misma tierra.

Ese santuario hay que conquistarlo. Como quien asciende a una ciudad edificada en lo alto de un monte, inaccesible para el enemigo.

Yo he subido y me he hecho amigo de este lugar tan cercano al cielo. Y desde entonces siento que he hecho mía su misma misión, quiero ser camino al cielo.

Que quien me mire te vea

Mi vida humana, mi carne débil, mi corazón estrecho y limitado están llamados a ser camino al cielo para otros.

Que quien me vea, vea a Dios hecho carne. Que quien me mire vea el rostro perfecto de María.

Me conmueve pensar que yo soy un camino al cielo. Un camino que asciende al encuentro de Dios.

Tú me conquistaste antes

Conquistaré porque antes ya María me ha conquistado a mí. Vino a mi vida y me abrazó por la espalda.

Me llamó por mi nombre, ese nombre que sólo Dios conoce. Susurró con calma mi verdad más íntima y me hizo sentirme especial, su hijo predilecto.

Una vez conquistado me volví conquistador. Quise hacer mío cualquier lugar que Ella habitara.

Le dije que me hiciera camino. No empinado sino llano. Camino, no cerrado sino abierto. Camino, no lleno de piedras sino transitable.

Y así mi alma se abrió en su presencia, derrotada ante sus ojos, vencida por su amor. Ella me toma, soy su instrumento.  

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