Cristian Cumbajín no se cansa de decir que Dios le dio una nueva oportunidad de vida. Este hombre ecuatoriano se transformó en uno de los sobrevivientes del trágico aluvión que afectó a Quito el pasado 31 de enero y que dejó más de 20 personas fallecidas.
En Aleteia hemos contado lo sucedido y cómo la Iglesia de manera inmediata se lanzó a ayudar a los damnificados. Pero detrás de las palabras de Cristian, cuyo testimonio aparece difundido en medios locales como El Comercio, hay algo más.
Efectivamente, Cristian recuerda que tuvo que salir rápidamente de su taxi para evitar que la mezcla de lodo, agua y escombro acabasen con su vida. Fue un momento duro que le generó daños físicos y hasta una intervención quirúrgica en una de sus piernas. También la pérdida de su principal fuente de empleo: el taxi que manejaba. Pero en el fondo, a pesar de todo esto, Cristian está feliz.
¿Cómo es posible que alguien que actualmente se encuentra en la cama de un hospital en pleno proceso de recuperación pueda expresar que se siente feliz?
Lo que sostiene a Cristian es la esperanza de una buena recuperación, que aún le llevará varios meses, y volver algún día a manejar un taxi. En ese sentido, lo que terminó de colmar el corazón de Cristian es el recibimiento de parte del gobierno este miércoles 16 de febrero de un nuevo vehículo. Las encargadas de recibir el beneficio fueron su esposa (Marlene Aluisa) e hija (Emily).
En las buenas y en las malas…
En los últimos días trascendió el plan de las autoridades ecuatorianas para ayudar a los damnificados del aluvión en Quito en la zona de La Comuna y La Gasca. Incluyó en estos casos la entrega de nuevos vehículos, herramientas de trabajo.
En el caso de Cristian, quien se encargará de manejar el taxi será la propia Marlene. Ella tratará de solventar los gastos y seguir ofreciendo ayuda a la familia mientras su esposo no pueda volver a trabajar.
Es a través de este simple gesto donde se hace latente aquello de las promesas matrimoniales. Aquí se demuestra el amor tanto en las buenas como en las malas; en la salud como en la enfermedad. Marlene no solamente tomará las riendas de un vehículo, también se encargará de hacer las veces de “palanca” de esperanza y ánimo para su esposo. Cristian confía en ella hasta el momento en que pueda regresar a trabajar.
La ayuda de la Iglesia
Una vez más, en medio de una tragedia, ahí estuvo la Iglesia para también poner esperanza donde se presentó la desesperación. Lo hizo a través de diversas acciones como colectas desde la Arquidiócesis de Quito. También a través de los servicios de Cáritas. En este caso, con la entrega de alimentos y kits de higiene personal. También con recomendaciones en casos de emergencia.
«Como Cáritas Ecuador, debemos manifestar que toda la población debería tener conocimiento en temas de prevención, somos un país donde todos los días tiembla, sucede un evento peligroso, por lo que deberíamos tener conciencia de aquello. Por ejemplo, que la familia pueda tener su plan familiar de emergencia, que en el momento que ocurra un evento sepa cómo organizarse y conocer sus rutas de evacuación y encuentro. Recomendar que toda la población debería manejar su mochila de emergencia que le permitirá sobrevivir 72 horas como lo señala la normativa humanitaria internacional», expresó Byron Yachimba, coordinador del área de Gestión de Riesgos y Emergencias de Cáritas Ecuador (ver comunicado aquí).