¡Qué señora más gorda!, ¡qué zapatos más feos!, ¡vaya corte de pelo más horrible! Impertinencias.
Las impertinencias intervienen cada vez más en nuestra vida, como la cosa más normal del mundo. Siempre las hubo…, y siempre las habrá. Pero ahora ya no se corrigen como algo malo, y eso es lo que marca la diferencia.
Hace no mucho tiempo, era frecuente escuchar a una madre corregir a su hijo diciéndole: ¡No seas impertinente! Frase que podía aplicarse a diversas situaciones:
Creo firmemente que, en este terreno, la sociedad se ha dejado arrastrar por la filosofía que preside algunos programas de televisión. Hablo de los programas que se definieron en sus orígenes como "del corazón", y que ahora se dedican sin ningún reparo al cotilleo. Programas que llevan más de dos décadas ocupando el prime time de las televisiones. En estos programas, la impertinencia no es valorada como algo negativo, no es algo a corregir sino todo lo contrario. Cuanto más osada mejor; a mayor impertinencia, mayor audiencia. Y así despellejan a personas, a seres humanos, mientras otros miran, se entretienen, se olvidan de los problemas reales, imitando lo que los romanos sentían cuando los leones despellejaban a otros seres humanos ante su vista…: ¡pan y circo! Un circo que reduce la sensibilidad, la delicadeza, la reflexión, todas esas cualidades que procuran corregir las impertinencias.
Permiso (y autoridad) para hablar de todo
Nos han acostumbrado a enfocar con una cámara a gente, con o sin su consentimiento, a comentar sin discreción la intimidad de personas que ni siquiera están delante, incluso a juzgar sus vidas. Y han conseguido que nos parezca absolutamente normal. Y, al perder sensibilidad en ese terreno, hemos dejado de llamar la atención de los niños sobre la impertinencia. En esta normalidad, son ellos, los niños, los que mandan callar a sus padres. Niños que creen que tienen autoridad para hablar de todo, que lo saben todo, y que, en poco tiempo, se convierten en consumidores del pan y circo, perdiendo, de generación en generación, la sensibilidad para apreciar el bien, la verdad, la belleza, el orden, la humildad, la delizadeza…, y la impertinencia. ¿Abandonamos el pan y circo? ¿Abandonamos cualquier tipo de impertinencia? Why not?