El Santo Padre Francisco, como el líder espiritual que es, toca la puerta del corazón de cada uno ante el conflicto entre Rusia y Ucrania una vez más. No me gusta la guerra. Mi adolescencia y los sueños que esta etapa de la vida trae, se vieron truncados por una guerra. Las balas, las metralletas, los tanques de guerra y las bombas nos llenan de miedo, traumatizan la mente y arrebatan vidas en un suspiro.
Tú y yo somos la luz de la paz. Para los cristianos católicos, el inicio de la Cuaresma, que comienza con el sello de la Cruz en nuestra frente con ceniza, está a la vuelta de la esquina. Los meses de marzo a mayo son meses de ejercicios espirituales, ejercicios del corazón, exercitia spiritualia, expresión que procede de San Ignacio de Loyola para volver a lo esencial: buscar a Dios, encontrar a Dios, amar a Dios en tu corazón y en el mundo.
Una sola propuesta tengo para ti, querido lector. ¿Por qué no ofrecer estos días de búsqueda en Dios la purificación del corazón y de la mirada para pensar profundamente en nuestros hermanos ucranianos que ahora sufren?
Ayuno por la paz el 2 de marzo
Esta es la invitación del Papa Francisco para todos. Pero tú y yo podemos hacer más. Podemos dedicar cada día de esta Cuaresma a contemplar el dolor de Dios en el dolor de los ciudadanos de Ucrania. No basta un día de ayuno, no basta decir “pobrecitos” , es imprescindible actuar. Actúas asignando diez minutos de tu tiempo a pensar en la angustia, miedo e incertidumbre de estos hermanos. Sólo cuando nos metemos en la vida íntima de las personas los conocemos y aprendemos a amarlos. No hay otra forma.
¿De qué forma puedes hacer esto?
Soy sincera al decirte que no me gusta ver noticias. Menos cuando son sobre una guerra. Esto es así por mi experiencia de adolescente . Sin embargo, es necesario hacerlo para que el corazón entre en sintonía con gente, con niños que no conocemos. Es imprescindible para darte cuenta de la realidad que estas personas viven aquí y ahora. Mira las noticias con este objetivo, para luego suplicar a Dios en la oración por estos hermanos.
Dedica también diez minutos a hacer silencio en honor de este pueblo. Esto lo puedes hacer en cualquier momento. Quizá al levantarte en la mañana y antes de empezar tus actividades. Tal vez a la hora de la merienda o después de la tertulia en familia. Hacerlo durante el tiempo de toda la Cuaresma no sólo hará más compasivo tu corazón sino que también conocerás más profundamente el lenguaje de Dios.
Reza una decena del Santo Rosario con tus hijos pequeños. Involúcralos y explícales que un país hermano está siendo sometido a un gran dolor. Pídeles invocar a la Virgen Santa Madre de Dios con todo su corazón para que interceda por la paz de este país. Nuestra tradición católica ha acudido siempre a la Madre de Dios ante las grandes crisis, pandemias y guerras. Esto es así porque Ella es la gran maestra del silencio que nos enseña cómo se habla con Dios.
Venimos de una pandemia que ya es parte de nuestra vida. Sin embargo, hay muchas cosas que en el mundo todavía no se transforman. Y no se transforman porque el mundo, tú y yo, no queremos hacer silencio. Jesús era un hombre de silencio. Cada líder espiritual que ha abogado por la paz y que ha encarnado la paz en su propia humanidad ha buscado siempre el silencio. Lleva a tu oración las siguientes frases:
Elige hermano, hermana, el silencio. Elige el silencio para implorar a Dios por Ucrania.