Félix III fue Papa de la Iglesia entre los años 483 y 492 d.C.
Nació en la familia de senadores romanos Anicia. Era hijo de un sacerdote, estuvo casado y tuvo dos hijos antes de ser Papa.
Su tarea fundamental como Papa fue defender la doctrina contra varias herejías.
Inmediatamente después de su elección, negó el “henotikon”, un edicto del emperador de Bizancio que parecía aprobar tanto la doctrina ortodoxa emanada del concilio de Calcedonia (año 451) como la herejía monofisita. El monofisismo afirma que en Jesús solo está presente la naturaleza divina pero no la humana.
Félix III envió a dos obispos a Alejandría para que el patriarca Acacio también defendiera la ortodoxia y anulara el nombramiento de Pedro el Notario como patriarca, porque era hereje.
Lamentablemente, tanto Acacio como los obispos enviados se hicieron monofisitas y la situación llegó a provocar el Cisma acaciano, que duraría 35 años.
En cambio, en la zona del norte de África pudo contener la persecución contra los cristianos, porque logró la ayuda del emperador Zenón. Este lo apoyó luchando contra los vándalos, que eran arrianos.
Al Papa se le planteó entonces qué hacer con los cristianos que habían renegado de su fe y se habían hecho arrianos pero más tarde querían regresar a la Iglesia.
Félix convocó un importante sínodo en el año 487, en el que se establecerían las condiciones de estos cristianos.
Cinco años más tarde, el 1 de marzo del año 492, falleció.