Hace poco leía una reflexión del Washington Post que refuerza mi convicción, de que, la pandemia, ha subrayado las diferencias empresariales y de gestión de recursos humanos entre América del Norte y América Latina.
No se trata de una simple frontera geopolítica. Son realidades socioeconómicas y culturales diferentes.
Mientras los Estados Unidos ha registrado el desempleo más bajo en estos dos años, América Latina sólo ha recuperado un 70% de los empleos destruidos durante la primera fase pandémica.
Unos se recuperan y los otros se debilitan. Pero las diferencias van más allá. Cuando en España escucho hablar sobre la “Gran Renuncia” entre los expertos en recursos humanos no dejo de sorprenderme.
El informe de Cáritas España de 2021, “Sociedad expulsada y derecho a ingresos”, publicado año y medio después del estallido de la pandemia, indica que son ya 11 millones las personas las que se encuentran en situación de exclusión social en España.
Esto revela un ensanchamiento del espacio de la exclusión, donde viven ahora 2,5 millones de personas nuevas respecto a 2018, fecha de la anterior encuesta.
Se registra, asimismo, un empeoramiento generalizado de los niveles de integración para el conjunto de la población: la integración plena en 2021 -es decir, hogares que disfrutan de una situación en la que no sufren ningún rasgo indicativo de la exclusión- es disfrutada por solo 4 de cada 10 hogares de España (el 42%). Esto marca un descenso de más de 7 puntos respecto del año 2018 (donde el porcentaje era del 49%).
La Gran Renuncia: melodía lejana y disruptiva con acento anglosajón
La Gran Renuncia es un término muy reciente. La pandemia nos ha hecho reflexionar sobre qué es lo verdaderamente importante en la vida. Los profesionales se han cuestionado si vivir para trabajar -y no trabajar para vivir- vale la pena. El sufrimiento, la pérdida de seres queridos… todo ello nos ha enseñado algo.
Hay cosas más relevantes que una deslumbrante carrera profesional si al final pierdes lo fundamental: tiempo con los amigos, vecinos, familiares, compañeros… y te has dejado la vida en el trabajo.
Tras el confinamiento, algunos países han experimentado la reactivación de la economía, pero al tiempo, se ha producido un fenómeno inusitado. Una gran cantidad de trabajadores eligieron renunciar a su trabajo voluntariamente.
Es lo que se ha denominado “la Gran Renuncia”. En noviembre de 2021, más de 4,5 millones de estadounidenses habían abandonado voluntariamente sus trabajos para buscar otros empleos mejor pagados o con mayor equilibrio entre vida laboral y familiar.
La cifra puede subir a los 20 millones si tenemos en cuenta los que dejaron su empleo entre abril y agosto de 2021, según los datos del Departamento de Trabajo norteamericano.
La Gran Supervivencia tiene sabor latino duradero
En España son pocos los afortunados que se han permitido hacer realidad la Gran Renuncia. Y en América Latina pasa idem de lo mismo. Algunos lo han tildado de la “Gran Supervivencia”, porque la pandemia ha arrasado estas economías.
Con una tasa de desocupación del 9,6% y con uno de cada dos trabajadores en la informalidad o economía sumergida, la región LATAM debe enfrentarse a la perspectiva de una prolongación de la crisis por COVID-19 en el empleo. Esto es lo que apunta el nuevo informe la OIT, la Organización Mundial del Trabajo.
“El panorama laboral es incierto, la persistencia de los contagios por la pandemia y la perspectiva de un crecimiento económico mediocre, este año podrían prolongar la crisis del empleo hasta 2023 o incluso 2024”, anunció Vinícius Pinheiro, director de la OIT para América Latina y el Caribe, en febrero pasado. En ese momento no había empezado el conflicto ruso-ucraniano.
“Una crisis del empleo demasiado larga es preocupante porque genera desaliento y frustración, lo que a su vez repercute sobre la estabilidad social y la gobernabilidad”, agrega Pinheiro.
La lucha es la subsistencia
La desproporción entre el norte y el sur del continente americano son grandes y tradicionales. Pero la pandemia ha venido a agravar la situación. En 2020, la caída de la economía estadounidense fue de 3,4%, mientras que el promedio regional de los países de América Latina fue del doble.
La reactivación económica del norte ha permitido que los trabajadores puedan reclamar incrementos salariales y mejores condiciones.
En otro artículo de Aleteia, analizamos la declaración que el Santo Padre hizo ante el FMI (Fondo Monetario Internacional). En ella reclamó "la contribución hacia un modelo de recuperación que resuelva la crisis con soluciones más inclusivas y sostenibles, ayudando a las personas y comunidades a lograr sus aspiraciones más profundas y el bien común universal."
Sin embargo, según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo, el efecto nocivo de la pandemia en el mercado laboral de América Latina provocó que muchas personas perdieran un empleo que requiere presencialidad. Esto ha ocurrido en sectores como el turismo o la construcción.
Los ricos más ricos, los pobres más pobres
La riqueza de los millonarios en América Latina aumentó en 52% desde el inicio de la pandemia. Mientras, los pobres han estado más expuestos a las muertes.
En el informe de Oxfam, ‘Las desigualdades matan’ se detalla que, entre marzo del 2020 y noviembre de 2021, la riqueza de los más acaudalados en América Latina y el Caribe aumentó en 97 mil millones de dólares. Esto representa un 52%.
Es más, los bancos centrales han inyectado miles de millones de dólares en los mercados financieros para salvar la economía. Pero una gran parte ha acabado en los bolsillos de los multimillonarios que se han aprovechado del auge de los mercados bursátiles, señala el estudio.
“Definitivamente la pandemia ha sido una oportunidad de bonanza para las personas más ricas de la región”, asegura la directora de programas para Oxfam en Latinoamérica y el Caribe, Gloria García.