¿Te ha pasado? Vas a un lugar hermoso, lo pasas de lo mejor y piensas: “Este es el cielo en la tierra”.
Me pasó una vez durante una Eucaristía. Fue diferente a todas las que asistido. Ignoro por qué.
Tal vez porque estaba en gracia de Dios y Él me miraba complacido. Percibías a Dios a tu alrededor, en todo lo que veías.
Alguien que busque a Dios
Aquella mañana de julio pensé en estas palabras del salmo 53:
Recuerdo que en ese momento le dije a Dios: “Señor, quiero ser uno de aquellos que te buscan y te hacen sonreír”.
Podemos hacer tanto bien... ¿Qué te lo impide? ¿Por qué no lo intentas?
Es hora de cambiar y hacer mejor las cosas. Muchos santos de nuestra Iglesia lo han conseguido. Y sus vidas nos sirven de ejemplo y guía.
El cielo en la tierra
El papa Francisco escribió sobre santa Teresa de Jesús unas palabras que trascienden y me han encantado:
Cuántos de nosotros podríamos hacer igual, convertir el mundo en un cielo, no un infierno, un lugar especial, donde habite Dios.
Hace algunos años me encontraba de pie ante el altar de una capilla recién construida. Estaba impactado viendo lo hermosa que era.
En ese momento el sacerdote llegó a mi lado y me comentó: “Es el cielo en la tierra”. Asentí y respondí: “Tiene razón padre, es el cielo en la tierra”.
Un monasterio que da paz y felicidad
Seguramente en tu país habrá algún lugar que parece un pedacito del cielo. En Panamá hay uno. Es el Monasterio de la Visitación de Santa María de Panamá.
Pertenece a la Orden de la Visitación de Santa María, Instituto Religioso de vida contemplativa fundado por San Francisco de Sales y Santa Juana Francisca de Chantal en 1610 (Saboya, Francia).
El Monasterio de la Visitación era el lugar de visita obligado, cada domingo, al terminar los paseos, para ir a la capilla a rezar un rato y luego comprar los manjares, panes recién horneados, empanaditas, retazos de hostias sin consagrar, miel de abeja… que las monjitas preparan con sus manos de ángeles y venden un una pequeña tiendita.
Hace unos días estuve allí con mi esposa Vida. Tenía más de dos años sin ir por la pandemia.
Cuando entré a la capilla experimenté esa paz sobrenatural que me hizo exclamar: “Este lugar es el cielo en la tierra”.
La verdad es que no deseaba marcharme. Estar allí en esa banca de la capilla, en oración frente a Jesús en el Sagrario era lo mejor que me había pasado en mucho tiempo. Cuánta paz y felicidad...
Estar ante Jesús, prisionero de amor en ese hermoso Sagrario, le daba sentido a todo.
Antes de marcharme tomé algunas fotos y decidí hacer este pequeño video para ti. Espero que te guste.
¡Dios te bendiga!
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