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‘Help’: ayudando a los desvalidos durante el coronavirus

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José Ángel Barrueco - publicado el 26/03/22
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La película sigue los pasos de una cuidadora en una residencia de ancianos

Tarde o temprano tenía que llegar un largometraje de estas características. “Help”, un filme rodado para televisión de unos 98 minutos, cuenta lo que sucede cuando una chica empieza a trabajar como cuidadora en una residencia de ancianos de Liverpool y, poco tiempo después, en los boletines de noticias informan de la aparición de un nuevo virus: COVID-19.

Alejándose de lo lacrimógeno, y sin torturarnos con escenas explícitas, el director Marc Munden opta por transmitirnos el sacrificio y los esfuerzos de esa asistente que convierte un valor humano y cristiano en su herramienta de trabajo: ayudar al prójimo cueste lo que cueste. Para ello, la cámara la sigue en todo momento.

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Su cansancio, su incertidumbre y su miedo a lo desconocido son estados físicos y emocionales que todos conocimos al irrumpir la pandemia en nuestras vidas: incluso aunque no saliéramos de nuestros domicilios, o sólo lo hiciésemos para ir a la compra. Pero también conocemos a gente que estuvo en primera línea de fuego de esa pesadilla: médicos, doctoras, auxiliares, cuidadoras… “Help” es un homenaje a esas personas y se emite en Movistar.

El virus y las nuevas formas de convivencia

Sarah (Jodie Comer) proviene de una familia inglesa en la que sus numerosos miembros no ganan lo suficiente para vivir con desahogo.

En la primera escena, a punto de entrar en la residencia para someterse a una entrevista para acceder al puesto, ensaya en voz alta lo que va a decir, lo que nos permite a los espectadores saber más sobre ella: las personas se sienten cómodas en su presencia, es sociable y agradable y sabe que lo más importante como cuidadora es mantener la dignidad de los residentes.

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Sarah consigue el empleo y el primer día conoce a Tony (Stephen Graham), un hombre de 47 años que vive allí porque padece Alzheimer temprano. Cuando sufre recaídas de memoria, Tony suele escaparse para ir a casa de su madre, que ya murió pero él a veces lo olvida: “Tengo que regresar con mamá. Ella me necesita”, dice.

Durante los primeros 25 minutos de metraje vemos a Sarah cuidando de los residentes, charlando con Tony, yendo y viniendo entre el piso familiar y la residencia geriátrica. Un día, en el coche, oye por la radio que una mujer de 70 años acaba de morir por coronavirus en el Reino Unido.

A partir de ahí la situación da un giro radical: deben acoger a nuevos residentes, el director intenta sin éxito conseguir los nuevos materiales (toallas, mascarillas, alcohol), les enseñan a los trabajadores otras maneras de desempeñar sus funciones (desinfección continua de manos, aislamiento dentro del propio asilo), los familiares ya no pueden entrar a ver a sus parientes…

Cuando algunas personas de su entorno laboral empiecen a contagiarse, Sarah comprobará que la gestión del gobierno en las residencias es nefasta.

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El sacrificio de una cuidadora

La escena central de “Help”, y la más importante, es un largo plano secuencia en el que Sarah se queda sola durante el turno de noche y utiliza bolsas de basura como traje protector.

Un paciente tose y tiene dificultades para respirar, ella llama a los hospitales pero no pueden enviarle ambulancias ni doctores, así que se pasa la noche alternando entre la ayuda a los residentes, el teléfono, la limpieza de manos y la angustia por no poder hacer más por ellos.

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Ahí es donde el director y la actriz logran recrear el miedo, el pánico y la incertidumbre. Las escenas no son explícitas, por lo que al espectador se le muestran más los desvelos de la cuidadora que las agonías o muertes de los infectados.

“Help” es una película sobre la bondad y el sacrificio contada gracias a dos intérpretes magníficos. Sarah sabe que podría contagiarse en la residencia y transportar el virus a casa y viceversa. Pero no desiste en sus esfuerzos, pese a su infinito agotamiento. A cambio sufre, se aterra, no duerme, se agota, nota la asfixia propia de la angustia… Aunque nos recuerde nuestro propio temor durante los confinamientos, también nos demuestra nuestra solidaridad, nuestras ganas de auxiliar a los demás, y por eso uno, tras verla, sólo puede sentir gratitud hacia aquellas personas de las que habla el filme.

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