Antonio del Junco Vallejo, fotógrafo de profesión, e Ismael Yebra, médico y escritor, fallecido hace pocos meses, nos abren por primera vez la puerta de catorce conventos en su libro Sevilla en clausura, revelando los secretos de su vida cotidiana.
El Décimo Encuentro en el Claustro, videoconferencia organizada en línea por la Fundación DeClausura, permitió admirar algunas de esas más de trescientas fotografías, obras de arte inigualables, que van del costumbrismo al misticismo, de estampas barrocas, zurbaranescas, contraluces robados al hiperrealismo mágico.
Su primera foto en un convento de clausura fue tomada el Domingo de Ramos de 2013, en el convento de Santa Clara. Si bien se trataba de un acto restringido, gracias a que el doctor Yebra era médico de las monjas, Antonio del Junco pudo cruzar los muros de la clausura.
En esa primera visita, el fotógrafo se metió hasta donde pudo: fotografió la Iglesia, la sacristía... Gustaron tanto sus fotografías que surgió espontáneamente la idea del libro: el médico, Ismael, sería la pluma; Antonio pondría su objetivo.
La felicidad de Dios
Como nos confiesa el fotógrafo en esta entrevista concedida a Aleteia, “fueron unos meses extraordinarios, llenos del cariño de las hermanas”.
“Estaban encantadas --añade--. Me dejaron hacer todo tipo de fotos, incluso a sitios prohibidos, como las celdas o como el refectorio. En alguna ocasión, nos invitaban a comer. ¡Eso sí que está prohibido! Dos hombres comiendo en el comedor de las monjas. Comíamos en silencio, escuchando, una lectura espiritual”.
El objetivo declarado del libro buscaba dar a conocer al mundo la cotidianidad de la clausura: su belleza pura, estética y espiritual. Y, a su sorpresa, el fotógrafo descubrió como un mazazo que esas mujeres eran absolutamente felices.
Le gustaba observar el respeto, lleno de cariño, de las religiosas hacia las hermanas mayores. Sus fotos reflejan amor, entrega, generosidad. En definitiva, logró plasmar la alegría de Dios.
Los monasterios abren sus puertas
Fue así como surgió espontáneamente la idea de visitar otros monasterios para poder fotografiar su vida interior. El fotógrafo revela: “me presentaba Ismael, con mucha solemnidad, y le contaba el proyecto del libro a la madre superiora. Desde ese momento empecé a disfrutar”.
“‘Usted, don Antonio, lo que necesite’, me solía decir una hermana. Son todas tan divertidas, todo el día con la sonrisa en la boca…”, recuerda.
Antonio quería con sus fotos transmitir sorpresa. En una ocasión, llegó en forma de una luz impresionante a través de una ventana, cuando un pequeño rayo de luz iluminaba a varias monjas charlando, en una gran cocina.
Lleva siempre dos cámaras para no cambiar de objetivo y nunca usa flash. Su hoja de ruta era la improvisación, porque se le iba plantando delante la belleza. Así ha podido robar todos esos instantes de escenas cotidianas.
De este modo, Antonio ha sido testigo de la vida más cotidiana de las monjas realizando sus labores: “cuando una monja fregando el suelo veía que le iba a hacer una foto, en vez de molestarse, se reía. Se morían de risa”. Y esa alegría le desarmaba.
La foto de portada del libro sería imposible de repetir. Está tomada en el comedor de las monjas mayores y la vicaria.
Encima se puede ver un cuadro enorme de la Última Cena. En el momento en el que Antonio estaba tomando una sesión de fotos, entraron dos novicias: desplegaron un mantel muy largo, curiosamente del mismo tamaño que el cuadro.
Para Antonio fue una imagen única, ya que parecía que estaban colocando el mantel en la mesa de la última cena.
Esa foto es el resumen perfecto de lo que es una contemplativa, mientras realiza tareas cotidianas, su mirada está fija en el cielo. De este modo, el acto de extender un mantel se convierte en lo más sencillo y, al mismo tiempo, en lo más espiritual.
La importancia de las contemplativas
Este libro deja un mensaje que podría sintetizarse en estas palabras: “Las contemplativas, son fundamentales y hay que seguir apoyando, para que no se cierren esos conventos, para fomentar las vocaciones”.
Como los autores muestran, se trata de mujeres muy valientes, que han decidido entregar su vida por nosotros. Son mujeres que no han huido del mundo sino de “lo mundano”.
“Si las contemplativas rezan continuamente por y con la Iglesia entonces no desaparecerán”, explica Antonio. “La oración es una de las fuerzas más poderosas de la naturaleza: la fuerza más impresionante, donde le damos permiso a Dios para que actúe como debe actuar”.
Reedición de “Sevilla en clausura”
El libro Sevilla en la clausura, se ha agotado como pan caliente. Ahora se pide una reedición. Pero hace falta buscar financiación, dado que los autores decidieron dedicar la mayoría de los ingresos económicos a apoyar a los monasterios.