El V Encuentro supuso un hito en la historia de los hispanos en la Iglesia católica estadounidense, por la implicación de los obispos al más alto nivel. Y el Congreso Raíces y Alas, que se celebrará entre el 26 y el 30 de abril de 2022 en Washington DC, recoge el testigo para implementar un cambio real.
Pero llegar a este punto no ha sido fácil. Lo explica a Aleteia Alejandro Aguilera-Titus, miembro del Comité de Asuntos Hispanos de la USCCB, y testigo por más de 40 años de cómo los hispanos han pasado de ser una minoría a conformar la mitad del rostro del catolicismo americano.
La pastoral hispana ha pasado momentos de incomprensión, de rechazo, pero aún así ha permanecido fiel a la Iglesia y ha querido caminar con ella. Y ahora llega el momento de recoger los frutos y de trabajar juntos por el futuro.
Aguilera-Titus podría ser distinguido durante el Congreso Raíces y Alas con el premio "Raíces" a toda su trayectoria en la pastoral hispana. Él mismo nos habla de ello en esta entrevista.
– Este congreso parece marcar un cambio época para la pastoral hispana en los EE.UU., ¿puedes explicarnos por qué?
Lo que le da contexto a lo que está pasando en la pastoral hispana y, hasta cierto punto, en la Iglesia en general, fue el proceso nacional del V Encuentro.
Este V encuentro fue un proceso de dos años y, como todos los encuentros, es un proceso sinodal de discernimiento, de consulta y de respuestas pastorales. Fue un gran éxito, e involucró a toda la Iglesia.
Porque la visión de la pastoral hispana es que toda la Iglesia está llamada a servir al pueblo hispano latino. Y que los hispanos están llamados a servir a toda la Iglesia. Esto por dos razones: una, porque somos la mayoría emergente en la Iglesia católica en EEUU: cuando hablamos de católicos menores de 18 años, los hispanos ya somos el 50%.
El V encuentro creó instancias de colaboración sin precedencia en la Iglesia de EE.UU. Dentro de la USCCB pero también dentro de las diócesis del país. Y fue un proceso de gran éxito que logro generar una visión, unas respuestas pastorales y unas estrategias. Y a raíz del éxito, los obispos decidieron desarrollar un nuevo plan pastoral para el ministerio hispano, que irá a aprobación en la plenaria de junio de 2023.
El National Catholic Counsel for Hispanic Ministry (NCCHM), ha decidido dedicar todo el congreso al seguimiento y la implementación del V Encuentro. Esto tampoco tiene precedentes. La pastoral hispana era algo que estaba ahí al margen, pero en el V encuentro todos, obispos y pastoral hispana, empezamos a caminar juntos y y en conversión pastoral. Nos ha llevado a una pastoral de conjunto, a otro nivel.
Y por eso, el Subcomité para Asuntos Hispanos que presido está viendo este Raíces y Alas como un paso muy importante en el desarrollo del nuevo plan. Te digo, ha sido realmente un caminar juntos que es muy emocionante, que ya habla de una nueva época en términos de cómo está trabajando la Iglesia en Estados Unidos dentro de lo que es la pastoral hispana.
– Tú has participado prácticamente desde el principio en estos congresos. ¿Puedes darnos tu valoración de lo de cómo ha cambiado el ministerio pastoral hispano en estos 30 años?
El NCCHM surge como una organización de organizaciones para crear o para dar continuidad a un espacio nacional en donde todas las personas y organizaciones que quieren trabajar en la pastoral hispana pueden congregarse y colaborar.
A través de los años, sobre todo en los noventa y principios de los 2000, el NCCHM desarrolló una mística particular. Enfocada en un trabajo de abogacía hacia los hispanos: salud, educación, profesionales. Y pudo adquirir recursos para desarrollar un proyecto de liderazgo. Sin embargo, este periodo de crecimiento se truncó hacia 2016, y el Consejo se redujo de nuevo a un espacio de colaboración, pero yo diría mantenido por la necesidad de seguir en diálogo.
Hubo un congreso de raíces y alas en el 2010 y otro en el 2014 en donde se busca un resurgimiento, y en el último se lanza la propuesta del V Encuentro.
Entonces desde 2014 ha venido dándose esa colaboración con los obispos estadounidenses, y ahora estamos ante la aprobación del nuevo Plan Pastoral del Ministerio hispano, vamos a trabajar realmente más en conjunto y de manera más sinodal dentro de lo que es la Pastoral hispana.
Y también trabajando con toda la Iglesia. La visión de Elisabeth Román y de sus colaboradores es muy madura y muy generosa y muy capaz. Este congreso va a tener una colaboración a todos los niveles eclesiales mucho más significativa.
Antes había dos o tres o cuatro obispos que de alguna manera acompañaban a la organización. Ahora va a haber por lo menos 14 o 15, y además en un tiempo de confirmaciones, y después de la Semana Santa.
Pero no se ha quedado ahí. También ha creado lazos continentales e internacionales con la participación del CELAM y de la Santa Sede, que eso también es algo nuevo. Este congreso es más eclesial, más colaborativo y tiene una dimensión nacional, continental y universal.
– De todas maneras, viendo hacia atrás, creo que podríamos definir la pastoral hispana como la pastoral de la perseverancia, porque ustedes han perseverado en momentos muy difíciles.
Así es, y es una perseverancia que tiene una doble dimensión. Es una presencia muy profética, por un lado, porque a la iglesia en Estados Unidos en muchas instancias le ha costado trabajo recibir, dar la bienvenida al pueblo hispano.
Ahora tenemos más de 4500 parroquias con pastoral hispana, es decir que la la comunidad celebra en su contexto cultural y religioso y lingüístico. Esto ha sido un gran logro, pero un logro que todavía se queda corto, en base a los números de la presencia hispana.
El hispano es de una perseverancia y de una fe y de un amor a la Iglesia muy bonitos, porque también en ese caminar se ha experimentado rechazo, ¿verdad? Sin embargo, esa perseverancia nunca ha mermado, y por eso la pastoral hispana sigue creciendo a través de los años y y además con una visión muy universal.
Yo te puedo decir con confianza que la Pastoral Hispana es la gran colaboradora de la Iglesia en Estados Unidos. Porque y no nada más te digo por ser los números, sino por nuestra eclesiología, por nuestra manera de ver la Iglesia, de ver a Dios, de entendernos.
Vale la pena lo que ha pasado en los encuentros anteriores. El primer encuentro fue en 1972 y en él, el pueblo hispano sale del anonimato. Realmente el término hispano se acuña por parte del gobierno de Estados Unidos para identificar una población que no es de una raza o de una nacionalidad específica. Era una forma de llamar este pueblo creciente y viendo su cultura, su lengua y su fe deciden llamarlo pueblo hispano. Y esa presencia también ante la Iglesia, sale del anonimato.
El segundo encuentro es en 1977, con el lema “Pueblo de Dios en marcha”. Y es un pueblo que se identifica diverso, pero un pueblo único, con una presencia única en Estados Unidos. Y que recoge mucho la idea de la Iglesia del Concilio Vaticano II. Un pueblo en marcha. Es importante porque adquirimos una identidad como pueblo.
Para el tercer encuentro el lema es “Pueblo hispano, voz profética”, porque los obispos nos identifican como una presencia con voz profética dentro de la Iglesia de Estados Unidos, con una presencia transformadora.
En el IV encuentro, el lema es “Pueblo hispano, gente puente”. Y aquí ya se nos vemos a nosotros como un pueblo de personas que crean puentes entre culturas, entre ministerios, entre realidades. Y el V encuentro es “Pueblo hispano, alegres discípulos misioneros”.
Se ve una madurez eclesial que ha ido elaborando la memoria histórica. Y es que el Encuentro refleja los temas de raíces y alas. También tiene su historia y tienen que ver con liderazgo, tiene que ver con transformación y realmente se alimentan mutuamente.
También hubo un Encuentro Nacional de jóvenes en donde el tema fue “Tejiendo el futuro juntos”. Todo esto muestra no solo perseverancia. Ha habido un crecimiento y una madurez eclesial a través de esos años.
- ¿Dirías que ha nacido una nueva hispanidad en los Estados Unidos?
Totalmente. Por ejemplo, Juan Pablo II la veía muy clave, porque hay un pueblo común entre las iglesias del norte y las iglesias del sur. Somos un pueblo único, con raíces latinoamericanas y españolas, que está en Estados Unidos desde hace siglos, y esto lo enfatiza el V Encuentro.
No somos solo un pueblo, una presencia inmigrante, sino también una presencia centenaria, y una presencia misionera. Nosotros no nomás venimos como inmigrantes económicos, venimos como misioneros.
Y eso se experimenta a muchos niveles de la Iglesia, obispos, sacerdotes y muchas personas te dicen el pueblo hispano es una bendición para la Iglesia y la sociedad en Estados Unidos, y eso es algo muy bello.
- El Congreso enfatiza mucho la pastoral juvenil hispana. Me imagino que tiene un reto grande porque la segunda generación de hispanos muchos ya ni hablan español, aunque mantienen sus raíces. Se han integrado, pero no del todo. Cuáles dirías tú que son los retos más urgentes con los jóvenes hispanos de los Estados Unidos?
El reto más importante en la Iglesia es estar abierta a explorar maneras nuevas de recibir, abrazar e incorporar a los jóvenes hispanos en la vida de la iglesia. El problema ha sido que ha habido una resistencia a crear una pastoral hispana en el contexto lingüístico y cultural de los jóvenes hispanos.
Se asumió que, porque esos jóvenes sabían ya inglés o estaban por aprenderlo, que estaban asimilados. Y eso no sucede. Lo tenemos claro desde hace muchos años.
Sin embargo, ha costado convencer a aquellos que toman las decisiones en la Iglesia. ¿Por qué? Porque ya sabemos que no se trata del idioma: se trata de la raza, de la cultura, de la música, de la comida, de del estatus inmigratorio, del nivel de educación, del nivel económico.
Las características demográficas de una juventud hispana hija de emigrantes, respecto de los jóvenes anglosajones, son de una diferencia abismal. Entonces lo que la Iglesia tiene que hacer porque ya se ve que es lo que funciona, es crear instancias, sobre todo en el contexto pastoral en donde los teenagers hispanos y los jóvenes hispanos son convocados y tienen su espacio para reunirse en su contexto lingüístico, cultural, bilingüe, etcétera.
Eso es lo que el V Encuentro ha querido articular. Eso es lo que surge de toda la consulta y es lo que se está proponiendo a toda la Iglesia de Estados Unidos. Porque ya sabemos lo que funciona y lo que no funciona. Ahora hay que crear las condiciones y los argumentos y los recursos y las herramientas para que que se cree un espacio único en la Iglesia para los jóvenes y los adolescentes hispanos si queremos ayudarlos a mantener su fe católica.
- Va a haber un momento clave en este congreso también, cuando todos los participantes vayan al Capitolio para hacer una petición a los senadores y a la clase política, sin distinción de un lado y de otro. Sin entrar en clave política, porque creo que no va por ahí, ¿por qué es tan importante este gesto para la Pastoral hispana?
Porque ya los hispanos desde el segundo encuentro decían que la Iglesia debe ser un ejemplo y un modelo de justicia. La Iglesia tiene una serie de enseñanzas sociales y dentro de ellas se aplican muchas a lo que es el derecho de los inmigrantes.
La Iglesia, por sus propias doctrinas, propone que haya una reforma migratoria ordenada, justa, que responda a las necesidades del pueblo. Y los obispos ya lo han dicho muchas veces a ciertos niveles, pero tiene que repetirse constantemente. Porque el sentimiento, la xenofobia en Estados Unidos está fuertísima. En las últimas dos décadas ha sido tremenda.
Entonces es un símbolo y una presencia importante de la Iglesia, porque esas personas están aquí, esas personas sobre todo los DACA, han vivido aquí toda su vida y contribuyen a la sociedad en un alto porcentaje. Se ha probado en muchas instancias que los inmigrantes contribuyen mucho más al pueblo, a la sociedad norteamericana de lo que toman en beneficios. Se ha comprobado década tras década.
Obviamente, ante el mensaje de los antiinmigrantes, la Iglesia tiene que seguir siendo promotora y ejemplo de justicia. En el área de inmigración queda muy claro que la Iglesia enseña y busca. Es cuestión también de perseverar e insistir a todos los niveles.
- Una pregunta más personal, para ti el premio Raíces ¿qué supone?
Para mí supone un momento de profundo agradecimiento por una vida de casi 40 años de pastoral en Estados Unidos. Yo llegué aquí como misionero laico por un año y ya casi estoy aquí 40. Para mí es motivo de mucho agradecimiento por la oportunidad de haber sido parte de esta aventura.
Es una responsabilidad también porque a través de los años yo me he convertido en alguien que es depositario de la memoria histórica del pueblo hispano y que me tocó ser quien coordinó a nivel nacional el proceso del V encuentro. Eso también es una responsabilidad.
Yo diría que una tercera realidad es el profundo gozo que siento al ver que la Pastoral Hispana ha logrado un nuevo consenso. Ha logrado encontrar una nueva manera de ser y de estar y de hacer en la Iglesia de Estados Unidos, en una manera mucho más sinodal, mucho más de pastoral, de conjunto, con mucha más claridad. Y eso me llena de alegría.
- Es recoger el fruto de 40 años de toda una vida dedicada a esta misión.
Sí, ha habido altas y bajas, ha habido también sus retos, sus oportunidades, pero en este momento, en este kairós, en este tiempo propicio, la pastoral hispana realmente es una, y los obispos caminan con ella. Y es una alegría ser parte de este esfuerzo.
- Y ¿qué viene después de este Congreso?
Viene el desarrollo del plan, su aprobación y su lanzamiento. Yo estoy emocionado. El plan pastoral está vislumbrado a diez años y tiene como horizontes los 500 años de las apariciones de Guadalupe y los 2000 años de la redención. Estos diez años que nos quedan para mí van a ser transformadores en términos de cómo este pueblo hispano en Estados Unidos realmente es misionero y es motivo de conversión pastoral para toda la Iglesia en el país.