He leído innumerables testimonios de exorcistas que cuentan cómo el demonio en medio de un exorcismo se ve obligado a decir la verdad y reconocer la Inmaculada Concepción de la siempre Virgen María.
Nos revelan que María es el “terror del infierno”. “Nos arrebata más almas que todos los ángeles y santos juntos”. La comparan con un “formidable ejército”.
Dicen que el diablo le contó al padre Amorth, exorcista:
La humildad de María
Las Sagradas Escrituras nos revelan estas palabras de la Virgen que traen luz a este asunto y aclaran por qué el demonio la odia y le teme tanto:
En su humildad, la llamaremos Bienaventurada.
Los santos de nuestra Iglesia han sido grades devotos de la Virgen. Algunos más, como san Bernardo, que escribió muchas frases célebres y recomendaciones para pedir la protección de la Virgen en nuestra vida cotidiana.
La razón de la desesperación del diablo
Hay una enorme distancia entre el demonio, que nos odia y destruye, y la Virgen que nos protege y ama con amor maternal.
Él es orgulloso, enemigo de la humanidad, asesino, padre de la mentira y nos odia a rabiar, buscando nuestra destrucción, tentándonos para que abandonemos la oración, perdamos la gracia santificante y nos alejemos de Dios.
Ella, la más bella, la siempre virgen, purísima de alma, nacida sin pecado, es la más humildad de las creaturas.
Creo que allí radica la desesperación del demonio: saber que una creatura creada por Dios es capaz de vencerlo y humillar sus oscuros planes con el mundo.
Nuestra Madre nos cuida
Desde que soy un niño, la Virgen María ha formado parte de mi vida, me ha cuidado con celo maternal, librándome de muchos peligros para mi alma.
Ella nos enseña lo que agrada a Dios: la pureza de intención, el servicio al prójimo, la humildad y la obediencia. Todos recordamos sus luminosas palabras:
Piensa en lo que le tocó vivir. Una joven judía, está rezando. Un ángel se le aparece, le dice que será la madre del Hijo de Dios.
Ella, a pesar de lo que pueda sentir o pensar, humildemente responde: “Hágase en mí según tu palabra”.
Confiar en Dios
Es lo que se conoce como el santo abandono. Te abandonas en la Providencia, en las manos amorosas de Dios porque sabes que de Él solo saldrá lo que es mejor para ti.
Ahora bien, sé que estás pasando un mal momento, la vida no ha sido generosa contigo, sobre todo después de esta pandemia.
¿Eres capaz de sacar provecho espiritual a tus sufrimientos y en lugar de quejarte, ofrecerlos?
¿Puedes ofrecer todo lo que vives por la conversión de los pecadores? ¿Te animas responder con humildad y abandono igual que la Virgen? "Hágase en mí…”
Ella vencerá
A mí me cuesta mucho, te lo digo honestamente. Toda mi vida he buscado a Dios. Sé que en su pedagogía a veces pasamos malos ratos y también comprendo lo que dice la Biblia en Romanos 8:
El demonio, presto a hacerme caer, conoce mis debilidades, igual que las tuyas. Créeme, es un enemigo formidable, muy listo.
Y ha tenido siglos para estudiar a la humanidad y desarrollar un instinto que le permite saber cuándo atacarnos y dónde golpear, cuál es nuestro talón de Aquiles.
Pero nada podrá contra ti, si sabe que estás bajo el amparo y protección de la Virgen María.
Encomiéndate a la Virgen, sé de María, como ella lo fue Jesús. Y recuerda sus palabras proféticas: “Al final mi Inmaculado Corazón triunfará”.