Este 24 de abril, la Iglesia a nivel universal celebra el Domingo de la Misericordia. Pero en Paraguay coincide con una celebración particular: el Día Nacional de la Familia. Así lo estableció la Ley 5425, promulgada en 2015.
“Establécese el cuarto domingo del mes de abril de cada año como ‘Día Nacional de la Familia’, esta incluye a la unión estable del hombre y de la mujer, a los hijos y a la comunidad que se constituya con cualquiera de sus progenitores y sus descendientes”, señala el artículo primero.
Un mensaje desde la Iglesia
El encargado de ofrecer una reflexión con motivo de este día y la importancia del seno familia fue el propio arzobispo metropolitano de Asunción, Adalberto Martínez Flores. En el comienzo de su mensaje pone el ejemplo de la Sagrada Familia integrada por Jesús, María y José.
“En la escuela de la Sagrada Familia aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a aprender el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres”, indica.
“En la familia que vive en Cristo, donde los padres se alimentan de la Divina Misericordia por la comunión de amor entre ellos, en la oración constante, de la meditación de la Palabra, de los Sacramentos. Los padres nutren y educan a los hijos en la fe, en los valores evangélicos, para ser guía y orientación en el peregrinar de la vida. Son también ayuda y testimonio para otras familias o para jóvenes generaciones huérfanos de vínculos familiares y del sentido de la vida, son promotoras del bien social y defensoras de la vida”, prosigue.
No obstante, también reconoce que están “aquellas familias que padecen el debilitamiento de la fe y de la poca práctica religiosa”. Lo mismo que familias impactadas por los efectos de la realidad económica, la falta de trabajo, migración, exilio, entre otras circunstancias.
“El Estado tiene la responsabilidad de crear las condiciones legislativas, laborales, educativas, de salud, para garantizar el futuro de los jóvenes y ayudarlos a realizar su proyecto de formar una familia”, subraya el arzobispo.
“La familia es un bien del cual la sociedad no puede prescindir, pero necesita ser protegida”, insiste Martínez Flores. “Cuando las familias se debilitan y pierden fuerza, toda la sociedad se debilita”, añade.
Un llamado
“Como Iglesia estamos todos llamados a trabajar con las familias, a través de la Pastoral Familiar, Pastoral de Juventud, la Catequesis y los movimientos que se dedican a misionar las casas, y anunciar la Buena Nueva.
“La alianza de amor y fidelidad, de la cual vive la Sagrada Familia de Nazaret, ilumina el principio que da forma a cada familia, y la hace capaz de afrontar mejor las dificultades de la vida y de la historia. Sobre esta base, cada familia, a pesar de su debilidad, puede llegar a ser una luz en la oscuridad del mundo”, enfatiza.
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