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Pío V, el Papa al que debemos el Breviario y el Misal Romano

PIUS V

San Pío V

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Dolors Massot - publicado el 27/04/22
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Este santo dominico propició la unión de España y Venecia y la famosa victoria en la batalla de Lepanto

Antonio Ghislieri nació el 17 de enero de 1504 en Alessandria (Italia). A los 17 años ingresó en la Orden de Predicadores.

A los 47 años, en 1551, el papa Julio III lo nombró comisario general del Santo Oficio.

Seis años después fue designado cardenal. Como obispo se le encarga Mondovi, en el Piamonte, donde mostró una preocupación sincera por evangelizar. Era ejemplo de pobreza, humildad y laboriosidad.

Su talento es descubierto por san Carlos Borromeo y en 1566 es elegido Papa, cuando tiene 62 años. Se hace llamar Pío V.

Gracias a él aparecen el Breviario y el Misal Romano, así como el Catecismo del Concilio de Trento, que se llamará Catecismo Romano.

Estimuló la formación teológica de los clérigos en los seminarios. Para ello, entre otras medidas, introdujo la enseñanza de la Suma Teológica de santo Tomás de Aquino.

Las dos amenazas para la Iglesia católica eran entonces el imperio otomano y el protestantismo.

Pío V pone en marcha dos congregaciones que serán la base de la sagrada Congregación “De Propaganda Fide”.

Para contrarrestar la fuerza otomana, propicia la unión de España y Venecia, que logrará vencer al turco en la batalla de Lepanto.

El 7 de octubre de 1571, mientras el Papa reza el rosario, se produce la victoria. De ahí que instituya esa fiesta como la de Nuestra Señora de la Victoria, que en 1573 pasará a llamarse Nuestra Señora del Rosario.

San Pío V murió en Roma el 1 de mayo de 1572.

Su cuerpo se venera en la capilla del Santísimo Sacramento de la basílica de Santa María la Mayor, en Roma.

Santo patrón

San Pío V es patrón de Pietrelcina (Italia).

Oración de san Pío V a Jesús Crucificado

Jesucristo, mi Señor crucificado, Hijo de la Bienaventurada Virgen María, abre tus oídos y escúchame, así como escuchaste al Padre en el Monte Tabor.

Jesucristo, mi Señor crucificado, Hijo de la Bienaventurada Virgen María, abre tus ojos y mírame, así como miraste desde lo alto de la Cruz a tu Madre querida, afligida por el dolor.

Jesucristo, mi Señor crucificado, Hijo de la Bienaventurada Virgen María, abre tu boca y háblame, así como le hablaste a san Juan cuando le diste por hijo a tu Madre.

Jesucristo, mi Señor crucificado, Hijo de la Bienaventurada Virgen María, abre tus brazos sagrados y abrázame, así como los abriste sobre el árbol de la Cruz para abrazar al género humano.

Jesucristo, mi Señor crucificado, Hijo de la Bienaventurada Virgen María, abre tu corazón, recibe el mío y concédeme lo que te pido, si tal es tu Voluntad.

Amén.

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