Este 7 de mayo se vivió una jornada de júbilo en la Florida, distrito de Pichanqui, provincia de Chancamayo, región de Junín. En definitiva, en plena selva de la Amazonía peruana.
Fue en esa zona donde el 27 de septiembre de 1990 fue asesinada por Sendero Luminoso María Agustina Rivas López, popularmente conocida como sor “Aguchita”.
Junto a ella también murieron otros habitantes de la zona en una plaza del centro poblado. “Aguchita”, hasta último momento, pidió clemencia por las otras víctimas, se recuerda.
Fue precisamente en esa zona selvática donde «Aguchita», vinculada a las Hermanas de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, decidió permanecer a pesar de los peligros y riesgos que corría.
“Mártir de la Misericordia”
Hoy Aguchita emerge como sinónimo de luz y entrega hasta el fin. Su muerte no fue en vano y este 7 de mayo con la celebración de su beatificación quedaron de manifiestos los frutos de aquel acto de amor entre los suyos. “Mártir de la Misericordia”, así se la mencionó.
Se trató de una jornada llena de solemnidad, pero también de colorido y alegría, donde la danza, además de la presencia de pueblos originarios, no podían pasar desapercibidos.
El cardenal venezolano, Baltazar Porras, fue el enviado del papa Francisco para presidir la ceremonia de beatificación.
“Vengo como peregrino a beber en el pozo insondable de la fe y entrega de nuestra mártir, en las que ustedes, originarios de estas tierras, fueron y son, sostén de la esperanza cristiana que han sabido mantener y cultivar en el tiempo, más allá de las contradicciones y asperezas de la vida”, expresó durante su homilía (se puede leer completa aquí).
A continuación más imágenes de una jornada única que se vivió en la selva peruana y que lo único que hizo fue provocar que el nombre “Aguchita” volviera a retumbar con fuerza: