“¿Qué ve cuando piensa en un joven?”, le preguntó al papa Francisco el periodista y escritor Thomas Leoncini para el libro “Dios es Joven” (Planeta, 2018) y parte de su respuesta fue muy sencilla:
Es que hablar de jóvenes es de alguna manera también hacer referencia aquello de la mirada hacia adelante, el horizonte. ¿Pero qué sucede cuando todo eso se corta repentinamente?
En los últimos días, en Bolivia, se desencadenó una tragedia que tuvo como protagonista nada más ni nada menos que a jóvenes. Sucedió en la Universidad Tomás Frías (pública) mientras se desarrollaba una asamblea estudiantil con alrededor de 1.000 personas en el marco de una elección local. En determinado momento se detonó una granada de gas lacrimógeno que generó una “avalancha humana”.
Como consecuencia de lo sucedido, calificado incluso de “atentado”, cuatro universitarios fallecieron y hubo más de 80 heridos.
El caso generó conmoción en Bolivia, obtuvo varios ecos (incluso con ribetes políticos) y reacciones. Según informaron medios como La Razón este 12 de mayo, cuatro acusados “por delitos de homicidio, lesiones graves y leves, tenencia, porte y portación ilícita y tráfico de armas” fueron enviados a la cárcel de Potosí.
“La primera profesional de su familia”
Daniela Edith Quentasi fue una de las jóvenes universitarias fallecidas durante la tragedia del 9 de mayo en Potosí. Medios como Unitel recogieron parte de su historia (y sus sueños, como aquello del papa Francisco en el libro “Dios es Joven”).
Daniela cursaba su último año de la carrera de Contaduría y soñaba en convertirse en "la primera profesional de su familia" compuesta por nueve integrantes, recuerda Unitel.
El propio padre de Daniela, prosigue el medio, contó entre lágrimas que su hija se retiró sana y sonriente de su casa mientras avisaba que iba a acudir a la asamblea estudiantil. Ella también buscaba una beca para continuar con sus estudios debido a las dificultades económicas en su familia.
A Daniela, a quien le apagaron esos sueños, le dieron el título "post mortem", pero el gesto no alivió de manera definitiva el dolor de su familia, que reclamó de manera inmediata justicia.
En tanto, desde la Iglesia de Bolivia aún no había un pronunciamiento especial con respecto a este drama (fuentes consultadas por Aleteia señalaron que se estaba evaluando algún mensaje), pero más allá de las palabras de consuelo, oración y acompañamiento (todo necesario y pertinente), una vez aquello del drama y los jóvenes, protagonistas de ilusiones y esperanzas.
Recemos por la vida de Daniela, las otras personas que perdieron la vida, los heridos y las familias. En especial por los jóvenes. Curiosamente, el Papa pidió rezar en mayo por la fe de los jóvenes.