En septiembre de 2018, cuando dio la bienvenida a 60 participantes al Encuentro Internacional de Viudas Consagradas en el Vaticano, el Papa Francisco habló sobre cómo la viudez puede ser "una experiencia particularmente difícil".
"Algunos, cuando les toca vivir esta experiencia, demuestran que saben hacer converger sus energías hacia una entrega aún mayor a sus hijos y nietos, encontrando en esta experiencia de amor una nueva misión educativa", dijo el Pontífice.
Ahora bien, y cuando el viudo se queda sin hijos, ¿dónde y cómo encontrar motivación para vivir (especialmente en el período de duelo, que puede llevar años)? Esta es la premisa de la tercera temporada de After Life, una serie de comedia dramática escrita, dirigida y protagonizada por el inglés Ricky Gervais, una de las principales estrellas de la comedia en el mundo actual. Los seis nuevos episodios ya están disponibles en Netflix.
Soledad
Creada por Gervais en 2018, After Life le presenta como Tony Johnson, periodista de prensa local en la pequeña ciudad inglesa de Tambury. Tony está de duelo por la muerte de Lisa, después de casi tres décadas de unión.
Deprimido y con ideas suicidas, el viudo pasa las dos primeras temporadas (de 2019 y 2020) alejando a todos los que se preocupan por él a través de su humor sardónico y diatribas despiadadas. También su padre, a quien visitó en una clínica, muere al final de la segunda temporada.
Ahora, en la tercera temporada, que se estrena tras un año de parón por la pandemia, el único motivo que tiene Tony para levantarse de la cama por las mañanas es para alimentar a Brandy, un pastor alemán que el periodista mantenía con su difunta esposa.
Todos los días, cuando salen a dar su paseo matutino, Tony y Brandy van a la tumba donde está enterrada Lisa. El perro únicamente deja de estar presente en las escenas en las que el protagonista trabaja en The Tambury Tribune. Para combatir el insomnio, Tony mira videos caseros de su difunta esposa.
Las etapas del duelo
Según la psicología, la experiencia del duelo se puede dividir en 5 etapas: negación, cuando el individuo no acepta la pérdida; ira, cuando ya no puede contener este dolor; negociación/regateo, en la búsqueda de paliativos para aliviar el sufrimiento (vino tinto, en el caso del protagonista); depresión, y finalmente aceptación. Este es un proceso que para cualquier persona puede llevar años.
En la tercera y última temporada, según anuncia Netflix, Tony pasa de la cuarta a la quinta etapa. Emma, la enfermera que solía cuidar a su padre, y con quien Tony tiene una conexión desde la segunda temporada, es una promesa para sacarlo de su soledad.
Pero no le será fácil ganarse el corazón del protagonista, que sigue viendo a su difunta esposa por todas partes y aún no concibe la posibilidad de involucrarse con otra persona (lo que, a su juicio, podría empañar lo que vivió en su matrimonio).
Aceptación
Mientras escribe un artículo en un hospital oncológico infantil, Tony se solidariza con un niño y promete visitarlo todos los días en el hospital hasta que se mejore.
En una escena posterior, tiene una epifanía que marca su transición al estado de aceptación. "Pensé que no preocuparse era un superpoder. Me engañé. Cuidar las cosas es lo que realmente importa. Ser amable, hacer sentir bien a los demás. Ese es el superpoder y todos lo tenemos".
La temporada propone una delicada reflexión sobre el duelo y la brevedad de la vida. En una conversación con Anne, quien perdió a su esposo y se hizo amiga de Tony en la banca del cementerio, el periodista confiesa que teme que su esposa no sintiera miedo cuando trasciende al plano espiritual o que no hubiera ángeles para recibirla.
"Pero hay ángeles", interrumpe Anne, en otro de los hermosos momentos que componen el excelente guión. "No tienen alas y no viven en las nubes, pero usan ropa de enfermería. […] Si quieres ser un ángel, tienes que serlo en la vida. Sé bueno y haz el bien".