La medicina académica habla de ello como un fenómeno epidémico: un psicoanalista del hospital Pitié-Salpêtrière, que da asesoramiento a jóvenes involucrados en cuestiones de transición sexual, evoca el "montaje de una marea".
De hecho, es siempre más numeroso (y cada vez más jóvenes) las personas que expresan este profundo arrepentimiento: tener la sensación de pertenecer al sexo opuesto al propio, o a veces a "no tener sexo en absoluto"·
Muchos de ellos inician transiciones sociales (cambiando su nombre, apariencia y comportamientos) y a veces transiciones médicas (terapias hormonales, cirugías y, para los más jóvenes, la administración de inhibidores de la pubertad).
En Francia, como en muchos otros países, las cifras (y su aumento) son asombrosas. Por ejemplo, el número de aquellos que se benefician de ALD (Afección de Larga Durada) a través de un diagnóstico de transidentidad o disforia de género tuvo un aumento de diez veces más en el 2020 que en las admisiones del 2013.
Las solicitudes de acceso a la cirugía para la ablación o las cirugías de mama o genitales se cuadruplicaron de 2012 a 2020. Un psiquiatra infantil a cargo de un Centro de Recepción para Adolescentes (CAA) en París atestigua esto:
Hoy, sin embargo, numerosos jóvenes que ya se han arrepentido salen a la luz: los llaman "destransicionistas". ¿Qué sucedió? ¿Con el tiempo se han "reconciliado" con su propio sexo?
Lo más probable es que se engañaran a sí mismos, fueron engañados. Y a menudo es demasiado tarde. Su malestar las ha llevado por la carretera de la transición sexual, un camino a menudo sin retorno, por lo que ciertas decisiones son irreparables.
Este es el caso de Anna, que publicó su testimonio en las columnas del Parisien (el 3 de mayo de 2022). Un adolescente que luchó por aceptarse a sí mismo, descubrió la transidentidad en Internet y se encontró allí. Sus padres la apoyaron. Después de algunos exámenes médicos que la propia niña en retrospectiva calificó como "apresurada", comenzó a tomar testosterona, a los 14 años, y se convirtió en Sacha. A la edad de 16 años se sometió a una mastectomía.
A los 19 años comenzó su descenso a los infiernos: no podía adaptarse a "este nuevo sexo". Y se arrepintió. Entendió que era, sí, una mujer, pero ahora con el pecho plano y la voz grave. Dejó de tomar hormonas, su período regresó y comenzó a esperar que su fertilidad no se alterara permanentemente. Hoy se queja de que: "en ningún momento se abordaron las razones profundas que me empujaron a cambiar de sexo. Me pusieron en la cadena de montaje y vía".
El caso Keira Bell
Su situación no es la única. Han surgido asociaciones de destransicionistas en Estados Unidos, Canadá, Bélgica, Inglaterra, Suecia... En el Reino Unido, el caso Keira Bell ha aparecido en los titulares de las crónicas nacionales y no solo, poniendo el doloroso tema ante los ojos de todos. Una joven mujer, que se convirtió en un "hombre" trans, demandó a la clínica que la había acompañado en el camino, alegando que no había tenido la capacidad de consentir, a pesar de que había afirmado acceder a la transición:
El caso acaba de terminar: perdió el juicio, a pesar de que en primera instancia el Tribunal Superior de Londres había dado un revés a las prescripciones de inhibidores de la pubertad a los niños, reputando que antes de los 13 años "es muy poco probable que un niño sea competente para permitir la administración de inhibidores de la pubertad".
Además, antes de los 16 años, no pueden someterse a tratamiento a menos que comprendan las consecuencias inmediatas y a largo plazo.
Evidentemente, la dificultad radica no tanto en la calidad de la información administrada y recibida, sino en la capacidad de los niños para comprender y evaluar dicha información, para concebir el alcance de las decisiones que los convertirán en pacientes de por vida.
¿Cómo, por ejemplo, medir las consecuencias de la pérdida de fertilidad, cuando todavía estás lejos de cualquier deseo de tener hijos?
Keira Bell compartió su historia en términos inequívocos:
Un grito de alarma
Frente a estos dramas, las voces comienzan a alzarse: la Académie de Médicine ha invocado la atención de la comunidad médica y ha exigido que:
Dirigiéndose a los padres, se recomienda que vigilen las preguntas de sus hijos sobre la transidentidad o su malestar, destacando que la consulta excesiva de las redes sociales crea dependencia y es perjudicial para el desarrollo psicológico de los jóvenes, así como responsable de una parte muy importante del crecimiento del sentimiento de incongruencia de género.
Un verdadero grito de alerta fue lanzado en una tribuna de L'Express por diversas asociaciones de profesionales infantiles, así como por medio centenar de personalidades -médicos, intelectuales, psicólogos, magistrados, sociólogos, militantes feministas- de muy diferentes orígenes intelectuales, como Élisabeth Badinter, Jean-Pierre Winter, Chantal Delsol, René Frydman o incluso Xavier Emmanuelli: