Paraguay es uno de los países con mayor cantidad de población católica en Sudamérica. Adalberto Martínez, de 70 años, arzobispo de Asunción, supo sobre su designación como cardenal cuando se preparaba para celebrar la primera misa dominical en la Catedral Metropolitana de este país.
La noticia sobre el primer cardenal paraguayo se tomó con mucha sorpresa. Martínez había sido recientemente nombrado como arzobispo de Asunción y asumió en el cargo el pasado 6 de marzo.
Francisco nunca ocultó su cariño por el país sudamericano. Justamente, durante su vuelo con destino a suelo paraguayo, en el 2015, el Papa había sido consultado sobre el motivo por el que este país no tenía miembros en el purpurado, a lo que él respondió que si se analizaba a la Iglesia “viva, alegre, luchadora y gloriosa” de Paraguay, se merecía tener dos cardenales.
"Sorpresa inmerecida"
El arzobispo de Asunción, dijo que la designación del Papa la tomó como una “sorpresa inmerecida”, pero aseguró que esto constituye un reconocimiento para la Iglesia de Paraguay.
“Para mí fue una sorpresa inmerecida y tampoco es el estilo del papa Francisco. Para el Paraguay es también este reconocimiento, porque el 80% y un poco más de los cristianos son católicos y muchos de ellos, en este año de laicado, se están comprometiendo con su Iglesia. Yo lo tomo con mucha sorpresa, es un reconocimiento a la fe del pueblo”, expresó Martínez.
Martínez aseguró que su nombramiento también constituye un reconocimiento al trabajo que realizan los obispos de Paraguay. “Creo que el Santo Padre ha pensado no solo en mi persona, sino en el trabajo que hacen los obispos del Paraguay. Estoy muy agradecido”, mencionó.
El arzobispo paraguayo también analizó la realidad que vive si país. “Hay que abrir los ojos, es cierto que hay muchos problemas sociales y económicos, pero hay una Iglesia muy viva, constante y solidaria, no solamente la Católica, sino de otras profesiones y religiones. Tenemos que remangarnos y trabajar por el país, en los temas sociales. Esperamos que los actores sociales trabajen por el bien común”, dijo.
“La corrupción es un mal del que el santo padre habló aquí en Paraguay, que es como un cáncer que va recorriendo todos los sectores y del que no estamos exentos tampoco la Iglesia y, en ese sentido, tenemos que trabajar para instalar los valores de equidad y el patriotismo de todos, no solo de los políticos. Como iglesia tenemos mucho que hacer”, refirió.
Adalberto Martínez, un obispo con olor a pueblo
Martínez se convirtió en el obispo de la Diócesis de Asunción y arzobispo metropolitano el 6 de marzo pasado. Antes, ocupaba el cargo de obispo de la Diócesis de Villarrica del Espíritu Santo, de Guairá, localidad de la cual es oriunda la primera beata paraguaya María Felicia de Jesús Sacramentado, más conocida como Chiquitunga.
Actualmente, Martínez es presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), cargo que ocupa desde el 2018. También fue obispo de Fuerzas Armadas de la Nación y de la Policía Nacional y encargado de la Diócesis de San Lorenzo.
Al monseñor Adalberto se lo conoció siempre como un sacerdote muy cercano a los jóvenes y a las necesidades del pueblo. El mismo lleva 37 años de sacerdocio.
Martínez se ordenó primeramente como diácono en San José de las Islas Vírgenes, en el Caribe, en 1985, donde permaneció por 9 años. A su vuelta fue designado párroco en la parroquia Sagrados Corazones de Jesús y María de Asunción.
Durante una década fue responsable de la Coordinación Nacional de Pastoral de la Juventud.
El arzobispo siempre ha tenido una visión crítica hacia la indiferencia del Estado paraguayo ante las necesidades de campesinos e indígenas. Incluso, acostumbra sentar posturas en sus homilías y en las redes sociales.
Martínez realizó sus estudios en la carrera de Economía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA). Además, había viajado a Estados Unidos para realizar sus estudios de inglés avanzado y filosofía.
En 2015, fue vicepresidente de la Comisión Organizadora de la Visita del papa Francisco a Paraguay, tiempo en el que permaneció muy cerca del Sumo Pontífice.