Sor Marcela mira hacia atrás y empieza a relatar un largo camino que se consolidó cuando a los 16 años fue bautizada y recibió la primera comunión. Si bien esta mujer chilena al principio quería formar una familia, empezó a fijarse en la vida de las religiosas de Santa Marta y luego de un período postrada en una cama debido a una enfermedad se decidió a dar un paso más.
Fue recién en el año 1984 cuando sor Marcela ingresó a la congregación. “Sólo agradezco a Dios y la congregación por abrirme las puertas en la vida religiosa y en la educación de la fe. De hecho, el sacramento de la Confirmación lo recibí ya estando en el noviciado”, dice Marcela en una entrevista reproducida por la Iglesia de Chile.
El sueño estaba en África
El sueño de sor Marcela siempre fue irse de misión a África. Sin embargo, tal cual reconoce en la entrevista, Dios tenía otros planes para ella. Fue así que en el año 1992 fue destinada a Brasil.
“Esto de ir a la misión nació desde la infancia y sentía, y siento, que es salvar vidas. Salvar a los otros no es ir a sacarlos de la esclavitud explícitamente. Hoy tenemos otras esclavitudes que nos permiten liberar a los jóvenes del consumismo, de las drogas, de la violencia, entre otras cosas que viven”, reflexiona la religiosa, quien también reconoció que su deseo de misión nació al ver una película que se llamaba “Raíces”, momento en el que pudo ver el sufrimiento ocasionado precisamente por la esclavitud.
“Una vez vi a un joven morir apedreado por otros muchachos a causa de las drogas y un poco de dinero. Eso es una esclavitud tremenda. Como también lo es el hambre, hay abuelitos que a los 90 años pide para comer, porque no tienen”, agrega sor Marcela.
Un reconocimiento lejos de su tierra…
Sor Marcela acaba de transformase en noticia gracias a un reciente reconocimiento otorgado en Brasil, lejos de su tierra. Ella fue distinguida como "ciudadana honoraria" de Ibiporã.
“Los concejales de la ciudad dan un título de ‘Ciudadano Honorario’ a una persona que no nació aquí, y que llega a entregar un trabajo en beneficio de la ciudad. Ahí se proponen personas que están al servicio de la ciudad, esto se lleva a una sesión en la cámara y debe tener una unanimidad en los votos por parte del concejo. Hubo un concejal que llevó mi nombre a la sesión y fui elegida”, responde sor Marcela al ser consultada sobre cómo surgió este gesto.
En efecto, sor Marcela trabajó por 23 años en la Escuela de Santa Marta en Ibiporã. Después fue a la Parroquia San Rafael para coordinar la catequesis. “Hoy, en la parroquia, tenemos la sede central, 7 capillas, de las cuales 3 son rurales. Ahí trabajamos con adultos, jóvenes, niños y familias. Tenemos cerca de 200 catequizandos, grupo de acólitos, apostolado de oración, preparación de los sacramentos y de las celebraciones litúrgicas”, dice la religiosa.
“Muchos de los jóvenes que se formaron en la Escuela de Santa Marta hoy están involucrados en la vida social de la ciudad. En Ibiporã, Santa Marta tiene muchos exalumnos, ahora donde vamos son ellos los que nos atienden y nos enseñan”, prosigue sor Marcela, la religiosa chilena que acaba de ser distinguida lejos de su tierra.