"Estoy sorprendido y asombrado por este momento de gracia inesperado. Creo que el del Papa, ha sido un gesto misionero, para expresar atención y cuidado a una pequeña comunidad y a todas las pequeñas comunidades de fieles dispersas por el mundo, en aquellas tierras donde son un pequeño rebaño. Acepto este nombramiento con confianza en Dios, que me mostrará el camino, y en el Papa. Lo confío a las manos de la Virgen María, ya que soy Misionero de la Consolata, para que interceda siempre y me guíe en el camino”.
Así lo declara a la Agencia Fides el padre Giorgio Marengo, prefecto apostólico de Ulán Bator, Mongolia, que será nombrado cardenal por el papa Francisco, como ha sido anunciado en el Regina Coeli de ayer, 29 de mayo, en la plaza de San Pedro. Marengo, de 47 años, es el miembro más joven del Colegio de Cardenales.
El Prefecto Apostólico se encuentra en Roma para asistir a un encuentro, del que él mismo era organizador y celebrado el 28 de mayo, entre una delegación de líderes budistas de Mongolia y el Papa. “Ha sido un encuentro que ya habíamos intentado organizar en los últimos años, gracias a los contactos con el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso y, tras las dificultades debidas a la pandemia, ahora hemos conseguido llevarlo a cabo.
El diálogo con el mundo budista, mayoritario en Mongolia, es fundamental para nosotros, forma parte de nuestra misión. Y estoy seguro de que dará buenos frutos”.
Monseñor Marengo ha recibido con gran sorpresa su nombramiento durante su estancia en Italia.
Sobre su misión en el futuro, señala: “Creo y espero que se puedan consolidar las buenas relaciones también con las autoridades civiles, atentas a la Iglesia católica universal. El gesto del Papa se verá sin duda como una señal positiva de atención al país. Entre otras cosas, en 2022 celebraremos el 30º aniversario del renacimiento de la Iglesia en Mongolia y el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Mongolia y la Santa Sede”.
Recordando la situación de la misión de la Iglesia en Mongolia, el Prefecto subraya: “Para el 30º aniversario de la vida misionera, hemos organizado una Semana Pastoral a finales de junio, un encuentro en el que, en el camino de la sinodalidad, reflexionaremos sobre las perspectivas de futuro de nuestra Iglesia, que hoy cuenta con 2 sacerdotes mongoles, 22 misioneros extranjeros y unas 35 religiosas misioneras.
La dirección del camino es la de una participación cada vez más plena y viva de los mongoles bautizados en la Iglesia local. Los criterios que seguiremos son: la profundidad, es decir, dar formación y profundizar en la fe recibida; la comunión, es decir, vivir cada paso y cada elección con espíritu de fraternidad, preservando la unidad, dentro de la comunidad católica y también en las relaciones con el mundo exterior; el anuncio, es decir, ser una Iglesia en salida, continuando la misión evangelizadora, dando el Evangelio de Cristo y susurrando su mensaje de amor a toda criatura”.
El nuevo cardenal recuerda también con alegría el hecho de que la Iglesia de Mongolia pertenezca a la recién creada Conferencia Episcopal de Asia Central: “Estamos contentos de formar parte de un camino de intercambio con otros obispos: se trata de un enriquecimiento mutuo y una fuente de gran consuelo”.
El padre Giorgio Marengo, religioso de los Misioneros de la Consolata, consagrado obispo en agosto de 2020, llegó a Mongolia con sus hermanos, los Misioneros de la Consolata, en 2003 para acompañar pastoralmente a la pequeña comunidad de Arvaiheer, en la región de Uvurkhangai.
La Iglesia católica de Mongolia cuenta con unos 1.300 fieles de una población total de tres millones y medio. Hay ocho parroquias y unos sesenta misioneros de diferentes nacionalidades y congregaciones que se reúnen regularmente.
