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Ghana, a los 17 años, Samuel construye un scooter eléctrico para discapacitados

SAMUEL ABOAGYE
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Annalisa Teggi - publicado el 05/06/22
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Utilizando material reciclado y con una extraordinaria creatividad, Samuel Aboagye creó un excelente prototipo de motocicleta. Del desperdicio, una idea que puede ayudar a aquellos que son tratados como descartados debido a la discapacidad

Restos que ayudan a los descartados. Samuel Aboagye es un joven ghanés de 17 años que construyó un prototipo de scooter eléctrico para discapacitados, utilizando material reciclado. El motor, por ejemplo, fue tomado de la máquina de coser de su madre.

Incluso en las latitudes de los llamados países "ricos", la discapacidad aún no se percibe como una parte integral de la riqueza humana. Muchas personas discapacitadas son todavía descartadas, a menudo porque hay una fuerte fricción que favorece las condiciones para que su presencia no se muestre por el bien que es.

La recuperación de materiales que este chico ghanés ha producido una verdadera regeneración. Los temas ecológicos son ante todo temas humanos. Lo que se ha dejado de lado es un buen recurso del que nos estamos privando.

Samuel Aboagye, una nueva idea con cosas viejas

Dice que la idea le viene en mente mientras lo hace. Samuel tiene razón, muchas veces la obra aclara ciertas intuiciones nebulosas que pasan por la cabeza. Chesterton recordó que somos hijos del verdadero materialista, un Dios que creó el mundo amasándolo con sus manos. Al hacerlo, aprendes a mantener el cuerpo y el espíritu unidos, las manos que hacen y la mente que piensa.

Y 'materia' tiene como etimología la palabra mater, madre. Al hacerlo hay un nacimiento, o tal vez un parto en el que una parte de nosotros viene al mundo.

Alrededor a la zona donde vive Samuel hay mucha madera. Se utiliza principalmente como fuente de calefacción. En esas pilas vio una posibilidad de movimiento, no solo de fuego. Al principio la idea era construir un coche, luego se dio cuenta de que para hacerlo real tenía que pensar en algo más pequeño. Trabajando, ingeniándose, construyó una motocicleta eléctrica.

¡Señoras y señores, aquí tenemos un inventor en tiempo de influencers! Un joven que ha puesto en práctica una verdadera transición ecológica, mientras que, entre nosotros, se habla mucho pero...

Una moto sencilla, pero llena de sorpresas

Mirando a Samuel que muestra a la cámara el potencial de su prototipo, uno piensa inmediatamente en el joven hipster acelerando en el scooter de última generación en la gran metrópolis occidental. Otro mundo, el nuestro, en el que el medio es un símbolo de estatus, un accesorio de moda, una forma de hablar de uno mismo. Aquí hemos recorrido un largo camino con los apéndices del ego.

Que el medio siga siendo sólo un medio no es un inconveniente, al contrario. La motocicleta eléctrica de Samuel está diseñada como un medio para aquellos que de otro modo estarían aislados de la posibilidad de moverse. El vehículo está en su lugar, como un apoyo – vehículo, realmente – para dar a la persona discapacitada la oportunidad de no ser aislada de la vida.

Y simple no significa feo. Cuenta Samuel:

Todo el material utilizado por Samuel es reciclado, neumáticos, baterías de teléfonos celulares, campanas de bicicletas, faros. Es un vehículo eléctrico que tiene una autonomía de 5 horas (puede recorrer unas 20 millas), pero también puede ser alimentado por un panel solar, presente en la parte trasera del vehículo. Y al estar diseñada por un joven de 17 años no puede faltar una radio. Samuel se enorgullece de decir que puede recibir alrededor de 200 estaciones de radio.

Querida Greta, no todo es bla, bla, bla.

¿Cuántas veces hemos leído que los jóvenes son sensibles a los temas ambientales? Y luego las palabras están flanqueadas por imágenes de chicos en el paño de followers de Greta. Manifestaciones y carteles, mucho ruido y pocas nueces. Si Greta repite a los poderosos del mundo que se pierden en un inútil bla, bla, bla, esto también es cierto de cierta ola ecológica.

Había (¿todavía hay?) el llamado “Friday for the future”, que -seamos sinceros- fueron una gran oportunidad para no ir a la escuela y abrazar la causa ambiental (y un fin de semana largo). Pero los chicos no son ociosos, son todo lo contrario. Y un verdadero ideal no los sustrae de la presencia activa, sino que los estimula.

Samuel Aboagye es uno de los muchos pequeños ejemplos que demuestran que una buena idea nos pone a trabajar, nos catapulta al ingenio que ve un tesoro incluso en un desperdicio. Nuestros adolescentes que van desde las neveras a los videojuegos son idénticos a él. Son inventores en el ADN. Necesitamos Friday for the future, que no sean una bandera ideológica. ¿Qué tesoro de creatividad permanece inerte si reducimos todo a una excusa para extender el fin de semana?

El primer desperdicio es el de las almas reducidas a la hibernación bajo la cobertura de una indignación abstracta, mientras que en cada rincón a nuestro alrededor hay descartes (objetos, personas, ocasiones) que, si se miran con el ojo de la curiosidad, son una invitación a ser parte creativa de la Creación.

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