El papa Francisco denunció hoy “el mito de la eterna juventud” que “es una obsesión” y que genera una “confusión mental” hasta el exceso de las cirugías plásticas o técnicas modernas para conservar el cuerpo.
En la audiencia general del miércoles 8 de junio de 2022 en la Plaza de San Pedro, el papa Francisco lamentó que la “vejez se desprecia, olvidando que la vida terrenal es un “inicio” y no una “conclusión”; caminamos hacia la eternidad”.
El Papa sostuvo que quienes atraviesan la etapa de la ancianidad pueden descubrir, a la luz del Evangelio, una nueva misión: “ser signos e instrumentos del amor de Dios”.
El nacimiento en el Espíritu
En la catequesis, el Papa reflexionó sobre la importante figura de un anciano del Nuevo Testamento: Nicodemo, a quien Jesús le dice que para “ver el Reino de Dios” hay que “renacer de lo alto”.
Y utilizando el ejemplo de Nicodemo, un destacado judío que visitó a Jesús, el Papa mostró que la vejez es un tiempo de preparación para el "nacimiento de lo alto" y una manifestación de "la ternura de Dios".
“La vejez es, un momento especial para desprender el futuro de la ilusión tecnocrática de la supervivencia biológica y robótica, pero sobre todo porque se abre a la ternura del seno creador y generador de Dios”, afirmó.
¡No esconder las arrugas!
Francisco lamentó la obsesión que hay detrás del mito de la eterna juventud: “esperando vencer a la muerte” y los artilugios para “mantener vivo el cuerpo con la medicina y los cosméticos, que ralentizan, esconden, eliminan la vejez”.
“Una cosa es el bienestar - sostuvo - , otra cosa es la alimentación del mito. No se puede negar, sin embargo, que la confusión entre los dos aspectos nos está creando una cierta confusión mental. Confundir el bienestar y, otra, alimentar el mito de la eterna juventud”.
El Papa indicó “tantos trucos, tantas cirugías plásticas para mostrarse jóvenes”. Luego citó a Anna Magnani (7 marzo 1908- 26 septiembre 1973), la actriz, estrella del neorealismo italiano, que se negó a quitarse las arrugas.
“Ella dice: No, no toques mis arrugas. Tantos años he necesitado para tenerlas, no se tocan”. Entonces, anotó que “las arrugas son un símbolo de experiencia, de vida, de madurez, un símbolo de haber hecho un camino. No tocar (las arrugas) para convertirse en jóvenes, pero jóvenes en apariencia.
¡Lo que interesa es toda la personalidad, el corazón y el corazón queda con aquella juventud del vino bueno que cuanto más envejece más bueno es!”, añadió entre los aplausos de los presentes.
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La ternura de Dios, escondida en los abuelos
Francisco también subrayó la “ternura de los viejos”: “Miren a los abuelos y a las abuelas que contemplan a sus nietos, cómo acarician a sus nietos”. Allí se ve - dijo- “esa ternura libre de cualquier prueba humana”.
Se trata de una libertad que dan los años y de quien “es capaz de dar amor, cercanía amorosa”. Así, afirmó, se entiende la “ternura de Dios”.
“No olvidemos que el estilo de Dios es cercanía, compasión y ternura. Dios es así, sabe acariciar. La vejez nos ayuda a entender esta dimensión tierna de Dios”.
La cultura del descarte
Asimismo, el Papa condenó la “cultura del descarte” contra los ancianos. Esa cultura moderna que les descarta por la vejez y porque les considera inútiles.
“Los ancianos son los mensajeros del futuro. Los viejos son los mensajeros de la ternura. Los viejos son los mensajeros de la sabiduría de una vida vivida. Sigamos adelante y veamos a los viejos”.
Por último, el Papa saludó a lo peregrinos. "Los invito a releer el diálogo de Jesús con Nicodemo y a preguntarnos cómo estamos viviendo la llamada a “nacer de nuevo”. Pidamos al Señor que el Espíritu Santo nos haga transmisores de amor y esperanza para quienes nos rodean. . Que Dios los bendiga. Muchas gracias".