La popular devoción a la Santísima Virgen del Arco está muy extendida en casi toda Nápoles. Grandes fiestas se brindan en su honor sobre todo en los lunes de Pascua, fecha en la que se produjo dos de sus más conocidos milagros.
Las leyendas y la creación del santuario
En el lugar donde hoy se encuentra el santuario hubo una pequeña gruta votiva en el siglo XV, llamada edículo.
El Santuario representa a la Virgen con el Niño Jesús y viene llamada “Virgen del Arco”, porque el tabernáculo se encontraba muy cerca de un antiguo acueducto romano, construcciones hechas por unas series de arcos.
Según la tradición, el Lunes de Pascua de 1450 un joven, enfadado por la derrota sufrida en un juego de pelota con amigos, maldiciendo violentamente arrojó la pelota contra la imagen de la Virgen, que estaba allí cerca.
La pelota dio a la mejilla izquierda de la Virgen, y esta inmediatamente comenzó a sangrar. La gente viendo lo sucedido, comenzó a gritar: ¡milagro, milagro!.
La voz enseguida se hizo escuchar por toda la zona y llegó hasta el conde de Sarno, Raimondo Orsini, Gran verdugo del Reino de Nápoles, quien inició un juicio contra tremenda blasfemia.
El joven fue condenado a muerte, lo colgaron de un tilo cerca del tabernáculo, y el árbol se secó veinticuatro horas después.
Algunos vieron la muerte del árbol como si el Cielo no estaba contento de la condena a muerte del joven, sin darle la posibilidad de redimirse.
A la Virgen se le quedaría "un hematoma" que nunca se absorbió y se ve hasta nuestros días.
El exvoto pisoteado
Un segundo milagro ocurrió otra vez en un Lunes de Pascua pero del año 1589, durante la fiesta dedicada a la Virgen del Arco.
Una mujer llamada Aurelia Del Prete, fue al lugar con su marido, Marco Cennamo, para ofrecer un exvoto en agradecimiento porque Marco se había curado de una enfermedad ocular grave.
La mujer tenía consigo un cerdo que, escapó de entre la multitud. Enojada al no poder recuperarlo, maldiciendo, pisoteó en un ataque de ira el exvoto de su marido, que representaba a la Virgen.
Al año siguiente por una grave enfermedad, sufrió el desprendimiento de sus pies.
Los pies de la mujer momificados, aún visibles, están encerrados en una jaula de hierro, en la sala de ofrendas del santuario.
Esto hizo que la fama de la Virgen del Arco se extendiera aún más, llegando a oídos de Papa Clemente VIII, que envió desde Roma al padre Giovanni Leonardi da Lucca, más tarde proclamado santo, para que construyera en el lugar un santuario dedicada a la Virgen del Arco. La primera piedra del santuario se colocó en 1593.
Los milagros continuaron
El 15 de febrero de 1621, un nuevo prodigio mostró la predilección de la Virgen por su imagen cuando un arquitecto encargado de embellecer el relicario de la Virgen incorporándolo al templo actual, encontró una gran roca vesubiana.
Intentó de muchas maneras despedazarla, pero era imposible, cansado rezó a la Virgen, y a las 4 de la madrugada, la roca se rompió milagrosamente sola.
Milagro de las estrellas
El santuario fue dejado en cargo a los dominicos en el 1595.
El 25 de marzo de 1675 uno de los religiosos estaba rezando piadosamente frente a la imagen de la Virgen, cuando vio brillar una luz dorada bajo el hematoma de la mejilla y alrededor centellear numerosas y pequeñas estrellas.
Pensando que era una alucinación, llamó al sacristán y, sin advertirlo, lo invitó a mirar la imagen. Este último, lleno de asombro, confirmó la visión de la luz y las estrellas y corrió a llamar al prior, en ese momento Padre Rossella.
Se vio brillar la imagen mariana rodeada de estrellas por más de un mes, y entre los testigos estaban también el virrey de Nápoles, Antonio Alvarez, y el cardenal Pier Francesco Orsini, futuro Papa Benedicto XIII.
Por lo tanto pronto se ordenó que se instituyeran procesiones públicas de acción de gracias en toda la diócesis.
Procesiones y fiestas que llegan hasta nuestros días con tanto fervor dedicadas a la milagrosa imagen de la Virgen del Arco.
El milagro de la erupción del Vesubio
Del 15 de diciembre de 1631 al 21 de enero de 1632, debido a una terrible erupción del Vesubio, cerca de 3000 personas se refugiaron en el Santuario y fueron asistidas amorosamente por los Padres Dominicos. A pesar de los terremotos, lluvias torrenciales, cenizas y lapilli, rompieron todas las ventanas del Santuario, excepto las de la ventana central donde estaba pintada la imagen de la Virgen, todas quedaron ilesas.
El óleo contra la peste
En 1656 una peste castigó toda Italia y sólo en la ciudad de Nápoles se cobró unas 100.000 víctimas, prácticamente la mitad de la población.
La gente angustiada fue a pedir socorro a la Virgen del Arco, tomaron el óleo de las lámparas que ardían frente al altar de la Virgen y ungieron las partes enfermas, obteniendo curaciones milagrosas. En memoria de estas curaciones, al lado del altar de la Virgen, arde a perpetuidad una lámpara votiva de la que se extrae el aceite que, aún hoy, los fieles siguen pidiendo y usando con fe.