Desde el retorno de la celebración de los ritos de beatificación a los lugares de origen de los candidatos a la santidad; liturgias que durante el pontificado de Juan Pablo II se realizaban en Roma, las diócesis locales reasumieron la posibilidad y la responsabilidad de organizar eventos que de por sí suponen una gracia especial para los pueblos.
Como explicaba el entonces prefecto para la Congregación para las Causas de los Santos José Saraiva Martins, la localía en la celebración facilita la invitación a los conciudadanos a seguir el ejemplo del nuevo beato.
En el caso argentino, la posibilidad permitió convertir en epicentro de la fe en el país a parajes remotos como Chimpay, en plena Patagonia argentina; para la beatificación de Ceferino Namuncurá, o Pergamino, en pleno campo, para la de Crescencia Pérez, entre otros en La Rioja, Córdoba, Santiago del Estero, Catamarca.
Pero como ocurre con cualquier evento, también el comunitario o local, organizar las fiestas con la debida solemnidad tiene costos.
Primera evangelización
Y como la santidad no sabe de clases sociales, para algunas diócesis organizar ceremonias de beatificación de sus mártires locales; a las que concurren probablemente peregrinos de todo el país o incluso otras regiones, puede ser una inversión por encima de sus posibilidades presupuestarias limitadas.
La diócesis de la Nueva Orán, en el norte argentino, acogerá el próximo 2 de julio la beatificación de los mártires del Zenta; los Siervos de Dios Pedro Ortiz de Zárate, sacerdote diocesano, y Juan Antonio Solinas, sacerdote profeso de la Compañía de Jesús. Estos, junto con su comunidad eclesial fueron martirizados durante tiempos de la primera evangelización de la región, en 1683, en el Valle del Zenta.
Es un hito en la historia de la Iglesia sudamericana y mundial, una gracia particular en tiempos sinodales al suponer el reconocimiento a una comunidad de trabajo compuesta tanto por un sacerdote diocesano y uno religioso, como de 18 laicos de distintas procedencias que perdieron la vida anunciando el Evangelio.
El júbilo será de la Iglesia argentina entera. Pero los costos de la celebración, son asumidos por un pueblo en particular que tiene múltiples necesidades económicas.
Un evento para toda la Iglesia argentina
El responsable del Programa Fe, programa de sostenimiento de la Iglesia en la Argentina, pbro. Máximo Jurcinovic, explicó a Aleteia que “los acontecimientos de la Iglesia argentina, no son solamente de un lugar, o de una región. Son acontecimientos que nos involucran a todos. Por eso como una familia nos hacemos responsables de acompañar, de estar y colaborar”.
“No es que solamente vamos a un lugar en el que habrá una beatificación. La iglesia elige un lugar en el que nos sintamos familia, alrededor, como en este caso, de nuevos mártires, porque ahí vamos a renovar la fe. Los lugares no es que nos reciben, nos hacen familia”, explicó el padre Jurcinovic, y completó: “La diócesis de Orán pide colaboración, y nos hacemos responsables. Son fiestas que trascienden los días, que renuevan a toda la Iglesia, como ha pasado con los mártires riojanos, o el padre Mamerto Esquiú”.
El Programa FE, mediante el cual se puede colaborar con todas las comunidades de la Iglesia en el país, ha creado el micrositio de internet https://programafe.org/martiresdelzenta, junto con la campaña #MartiresDelZenta, para sumar colaboraciones y aportes.
El testimonio de los Mártires del Zenta ilumina el camino sinodal que la Iglesia transita en todo el mundo, pone de ejemplo una comunidad que caminaba junta. Su rito de beatificación, para la que todos estamos llamados a colaborar, también.