La procesión del Corpus Christi en Praga tuvo este año varios elementos únicos. En primer lugar, la presencia de refugiados ucranianos que han huido de la invasión rusa en su país. Algunas mujeres católicas que han encontrado acogida en la República Checa seguían la procesión e iban vestidas con blusas del traje tradicional.
En la procesión se rezó en checo y en latín pero en el segundo monumento los cantos y las oraciones se rezaron en ucraniano.
Fueron minutos de intensidad. En las imprecaciones se pedía por la paz y para que Dios nos proteja de la guerra, de la hambruna y de la muerte repentina. El silencio ante la custodia con el Santísimo se hizo particularmente emotivo.
La procesión de 2022 también llegó señalada como la última que presidió el arzobispo de Praga. El dominico Dominik Jaroslav Duka se jubila a los 79 años para dar paso a Jan Graubner.
Dominik Duka conoce bien el poder represor del comunismo. Porque en 1970 fue ordenado sacerdote, cuando Checoslovaquia era país satélite de la URSS, y en 1981 fue encarcelado por el régimen comunista checoslovaco por actividades subversivas que no eran otras que su labor pastoral.
En su etapa como arzobispo de Praga asumió el reto de divulgar la fe en un territorio en el que dos tercios de la población manifiestan no estar adscritos a ninguna iglesia. También ha tratado de establecer negociaciones con el Estado checo puesto que la Iglesia reclama propiedades que le habían sido confiscadas. Entre ellas, se encuentra la famosa catedral de san Vito, en el recinto del Castillo de Praga.
La procesión del Corpus Christi salió precisamente de la catedral y recorrió el entorno, pasando por delante del palacio arzobispal donde también se había instalado un precioso monumento.