Caminar sobre las propias piernas es más que el simple acto físico de moverse. Italia, y más precisamente el Hospital Gaslini de Génova, está ayudando a un joven kurdo llamado Omar a no perder el uso de sus piernas. Y poder poner su vida en pie su vida.
Gracias a una iniciativa de solidaridad internacional, el niño ya está en Italia y será operado el 10 de enero. Cuando regrese a casa, es decir, a un campo de refugiados en el desierto iraquí, le deseamos que pueda emprender lo que sueña: convertirse en arquitecto, para darle a su familia un verdadero hogar.
Blocado y en peligro en un campo de refugiados
Omar está pasando el comienzo del nuevo año en Italia con sus padres. Lleva una pesada historia de vida sobre sus hombros. Nacido en un campo de refugiados, con una grave malformación.
Puede que el nombre Makhmur no nos resulte familiar, pero es uno de los muchos escenarios de conflicto en el Oriente Medio. Testimonio de lo que sucede con los refugiados que viven allí desde hace décadas, fue Michele Rech, alias Zerocalcare (caricaturista italiano), quien visitó Makhmur el pasado mes de junio contando:
El último detalle nos trae de vuelta al drama de Omar. Aunque el campo de Makhmur tiene la apariencia de una ciudad en todos los aspectos, no hay hospitales equipados. La familia de Omar consiguió que fuese atendido en la ciudad de Erbil viviendo una auténtica odisea. Un viaje en línea aérea de 45 minutos se expandió a 6 horas, debido a los bloqueos de carreteras y los intentos de repeler a cualquiera que abandone el campamento.
Un vuelo a Italia y una esperanza en Gaslini
Afortunadamente, los padres de Omar resistieron y completaron la hazaña. Al llegar al hospital de Erbil, la situación tomó carácter de urgencia:
El coste del viaje y de la operación es de unos 11.000 euros y es la organización sin fines de lucro Red Crescent Kurdistan Italia la que ha puesto en marcha una recaudación de fondos para sostener los gastos. Alemania también estaba entre los países candidatos para operar al niño. Con un toque de orgullo, nos alegramos de que sea la excelencia italiana del Gaslini el que hará “poner de pie” a este joven.
Omar deberá someterse a dos cirugías, la primera programada para el 10 de enero será una escleroterapia, le inyectarán un líquido en la vena que destruye el vaso enfermo. La segunda intervención debe realizarse antes de marzo, mes en el que caduca el visado de residencia en nuestro país. ¿Y qué será de él una vez que regrese a Makhmur?
El sueño de construir una casa
Omar, 11 años. Uno podría llamarlo niño, pero la voz de mi hijo que tiene la misma edad me detiene: “Mamá, ya no soy pequeño. Soy un joven”. Tiene razón, empieza a caminar sobre sus propias piernas y está orgulloso de ello. Joven significa sentirse a la altura de grandes cosas, ya no tomarse de la mano de los padres.
Es el adulto que tiene pensamientos tristes sobre un joven como Omar que tras el paréntesis italiano volverá a un pedazo de tierra que es todo menos que pacífico. Omar es joven y grande al mismo tiempo. Así lo demuestra el hecho de que sus hipótesis son correctas, nada rasgadas por el drama en el que creció. O tal vez corroboradas por la sensación de precariedad y peligro que eran su pan de cada día.
Que quiera ser arquitecto no me parece casualidad. Más allá de la fe de cada uno, el discurso sobre construir una casa sobre la roca (y no sobre arena) está escrito en el corazón humano. Los cimientos y la sensación de protección del edificio que alberga nuestra dimensión familiar más íntima son la respuesta a la pesadilla de ser arrojados al azar a un desierto. Y Makhmur es justamente un campamento en el desierto, al que llegó la madre de Omar cuando tenía 17 años, escapando del Kurdistán turco con casi sin nada.
Será para ella la primera casa que Omar sueña construir. Y será como decir gracias, quizás, por haber custodiado y alimentado la esperanza en un lugar inhóspito.