Inmersa en el verde de bosques centenarios se encuentra este famoso y majestuoso monasterio, fundado en 1204 por voluntad del Papa Inocencio III. Ubicado en el municipio de Collepardo, en la provincia de Frosinone (Italia)
El Papa eligió asignar a los cartujos la primitiva abadía benedictina fundada por Santo Domingo de Sora (o de Foligno) poco antes del año 1000, no lejos del complejo actual y que ahora se encuentra en ruinas.
Dos siglos después, como dijimos antes, se construye la actual cartuja, a cargo de esta orden contemplativa, fundada por San Bruno en el año 1084. Su lema, en latín, es Stat Crux dum volvitur orbis ("La Cruz se mantiene estable mientras el mundo da vueltas").
El nombre Trisulti deriva del latín tres saltibus que indicaba un castillo del siglo XII, dirigido por la familia noble Colonna, que dominaba los tres pasos (o saltos, de hecho) que llevaban respectivamente a Abruzo, Roma y la zona sur del Estado de la Iglesia.
Aunque si también el nombre podría denominar los tres apéndices (tres saltibus) del monte Rotonaria.
Un monasterio con las dimensiones de una pequeña ciudad
La cartuja como una pequeña ciudad, está rodeada por un muro de “protección” y se accede a través de un gran portal donde nos recibe un busto de San Bartolomé, obra de Jacopo Lo Duca, alumno de Miguel Ángel Buonarroti.
Sobre ella se abre un matacán (refugio de guardias que se usaba para la defensa de un castillo por lo general) que evoca escenas de lucha.
La Biblioteca Nacional de la Cartuja
En la plaza principal se encuentra la antigua hospedería románico-gótica denominada “Palazzo di Innocenzo III”, que se caracteriza por el pórtico y la terraza y que alberga una antigua biblioteca con 36.000 volúmenes, la Biblioteca Nacional de la Cartuja.
La iglesia de san Bartolomé
En el gran patio, nos preside una fuente del siglo XVIII, que nos dirige a la importante iglesia de San Bartolomé, consagrada en el año 1211.
La iglesia, también dedicada a la Asunción de María y a san Bruno, ha sido varias veces modificada a través de los años, conservando un estilo entre gótica y barroca.
Allí se conservan alrededor de la nave dos preciosos coros de madera realizados por maestros cartujos, el primero de la mitad del siglo XVI, el segundo de 1688. En las paredes pinturas y frescos que representan glorias de los santos, entre los que domina el que representa el martirio de los cartujos en Londres.
La farmacia centenaria
Entre los edificios de la cartuja sin dudas se destaca la farmacia del siglo XVIII que testimonia la principal actividad de los cartujos hasta nuestra época, con la elaboración de medicamentos y licores en forma totalmente natural.
Frente a la entrada se encuentra el espectacular jardín de estilo italiano, decorado con formas de animales, donde se conservan las hierbas medicinales utilizadas para la actividad farmacéutica de los monjes.
El interior conserva el mobiliario del siglo XIX, las vitrinas con botes de boticario y los armarios que contienen las cajas para las hierbas, piezas realmente bellas de anticuario.
En la entrada y en la sala de espera brilla la refinada decoración del pintor napolitano Filippo Balbi, que representó al monje encargado de la farmacia hacia 1857, Benedetto Ricciardi, en sugerentes trampantojos, preciosas naturalezas muertas, animales, figuras caricaturescas representados con vivo realismo y según complejos símbolos alquímicos a los que aluden numerosas inscripciones con lemas.
El conjunto de la cartuja de Trisulti, Monumento Nacional, ha sido ampliado y modificado varias veces a lo largo de los siglos y desde el año 1947 pasó a la Congregación de los Cistercienses de Casamari.