Las imágenes en video son impresionantes. Las mismas muestran el momento en que se desplomó una parte de la gradería de madera desde las que miles de personas disfrutaban las fiestas de toros al mediodía del pasado domingo, en el municipio de El Espinal, al centro de Colombia. Los asistentes y las autoridades admiten que ha podido ser peor.
El fin de semana se celebraba en la región la festividad de San Juan y organizaron diversas actividades culturales, entre las cuales estaban las llamadas corralejas. En ese sitio, expertos y aficionados lidian toros en el centro de las rústicas estructuras.
Más de 300 personas resultaron heridas y las autoridades informaron que cuatro habían fallecido. En medio del dolor y la desesperación, el obispo Miguel Fernando González llevó consuelo y acompañamiento espiritual a las víctimas.
“Me uno al dolor y la pena de las familias por la pérdida de los seres queridos. Aquí murieron los más frágiles, los niños y los adultos mayores. Hice presencia en el hospital y en los próximos días celebraremos una misa especial en la catedral”, dijo González en diálogo telefónico con Aleteia.
Escenas de gran sufrimiento
El obispo se encontraba celebrando la misa de clausura del Año de las Familias en el Santuario Nacional de Carmen de Apicalá cuando fue informado de la tragedia e inmediatamente se dirigió al hospital de El Espinal.
“Encontré una situación caótica con gran cantidad de heridos y asistí en un primer momento a una pareja de esposos jóvenes que perdieron a su hijo de un año y dos meses de nacido, fue realmente muy doloroso. Pude consolar, dar el sacramento de la unción a quienes lo necesitaban y llevar un mensaje de aliento”, contó el obispo.
También asistió a una mujer de 40 años, muy impactada, que había invitado a su mamá a disfrutar de la fiesta y lamentablemente había muerto durante el desplome de las graderías. Muy angustiada, la hija se preguntaba qué hacer, porque su mamá era todo para ella. Al ser una fiesta a la que acuden las familias, también hubo muchos niños afectados y varios quedaron sin sus padres, pero voluntarios inmediatamente cuidaron de ellos.
El obispo aseguró que en medio de tanto dolor surgió una gran solidaridad. Llegaron al sitio profesionales de la medicina y ambulancias de pueblos cercanos porque el hospital de El Espinal no fue suficiente. Inclusive un médico extranjero que había ido a disfrutar de las fiestas ofreció su ayuda.
“Fue impactante ver cómo se pasó en pocos minutos del ambiente festivo a la tragedia, pero muy reconfortante comprobar que la generosidad y la caridad siempre están presentes, y se sienten más en pueblos pequeños como el nuestro”, dijo monseñor González.
Una Iglesia presente
El Espinal es un municipio de aproximadamente 75.000 habitantes. Cuenta con siete parroquias en el casco urbano, en el cual la iglesia siempre ha estado presente y más aún en situaciones como la vivida ayer domingo. “Como obispo estoy siempre cercano a los fieles y en esta ocasión me encontré con víctimas de diferentes realidades y creencias, unidos por el sufrimiento y deseosos de ayudarse unos a otros”.
Para continuar con tradiciones muy arraigadas como las corralejas, en varios municipios de Colombia todavía se siguen construyendo estructuras inseguras como la que este domingo colapsó en El Espinal, donde hacía dos años no había corralejas por la pandemia.
Una situación similar se presentó el 20 de enero de 1980, en la ciudad de Sincelejo, donde murieron 500 personas y más de 1.000 resultaron heridas. Con esta nueva tragedia, que ya tenía antecedentes, se va a revivir el debate sobre estas actividades.