Mis hijos no son santos. El más pequeño, cuatro años, así que pueden imaginar… A pesar de los buenos modales que tratamos de darle, muchas veces nos pone en situaciones embarazosas, porque el muy pillo tiende a llorar por cualquier cosa – e incluso a desatar un berrinche. Cuando estamos fuera de casa, especialmente visitando a familiares, este comportamiento suele ser más evidente. Entonces se vuelve inevitable: todos intentan, quizás con buenas intenciones, corregirlo. Pero a veces, esta libertad de corrección acaba extrapolando los límites, me molesta y me hace pensar: ¿es correcto corregir a los hijos de otras personas en presencia de sus padres?
No me siento con derecho a corregir a los hijos de otras personas. Pero eso sí, con buenos modales, llamo la atención de los niños cuando, por ejemplo, le hacen daño a mi hijo. Es difícil meterse en las peleas de los niños, porque en un minuto se odian y al minuto siguiente ya se aman, gracias a Dios.
Por lo general, no me importa que llamen la atención de mis hijos, ya que deben respetar las normas del lugar y de la familia que estamos visitando.
El problema es cuando esta corrección va demasiado lejos y está reñida con el nivel educativo que los padres dan a sus hijos. Yo, por ejemplo, soy fan de la pedagogía afectiva. Entonces, cuando mi hijo llore, haga trampas y desobedezca, trataré de entender qué sentimientos motivaron esos comportamientos y cómo lidiar con ellos. Gritarle y gritarle sé que nunca funcionará. Entonces, no doy libertad para que otros, en mi presencia, actúen de manera diferente.
Puedo estar a contracorriente del mundo, después de todo no existe una fórmula exacta cuando se trata de criar hijos. Pero esa fue la forma que elegí para educar a los míos, con errores y aciertos, pero siempre intentando transmitir valores de amor y respeto al prójimo.
Corregir a los niños en presencia de sus padres
Para la psicóloga Talita Rodrigues, nadie debe corregir o llamar la atención de los niños en presencia de sus padres. “Esta responsabilidad recae única y exclusivamente en los padres. Corregirlos sería una forma de quitarles la patria potestad. Si los padres no están presentes, es importante tener una conversación (consenso) entre padres y familiares sobre posibles comportamientos del niño y la mejor forma de corregirlos frente a ellos”, explica la especialista.
¿Y los padres? ¿Deberían permitir que otros corrijan a sus hijos en cualquier situación? “Es la elección de los padres. Pero cuando no están, creo que sí. Es posible hablar con los miembros de la familia y delegarles parte de la responsabilidad de corregir a los niños en ausencia de los padres. Pero lo ideal es mantener el patrón”, dice la psicóloga.
Una vez más, el diálogo
El poder del diálogo, por tanto, vuelve a hablar con más fuerza. Quizás sólo una buena conversación sea capaz de resolver este y otros impases en las relaciones familiares.
Cuando el comportamiento de tu sobrino, nieto o ahijado te está molestando, ¿qué tal si hablas con su padre o madre y le pides, amablemente, que resuelvan la situación? ¿Qué tal si pides permiso a los padres antes de llamar la atención, regañar o gritar a un niño que tiene una rabieta y llora y que consideras grosero?
Asimismo, los padres que se sientan incómodos con el comportamiento invasivo de los familiares en la educación de sus hijos, incluso en casos puntuales, deben expresar este sentimiento y buscar puntos en común con ellos.
Al fin y al cabo, libre de cualquier otra buena intención, la verdadera corrección es la que señala el camino del amor, con equilibrio y respeto.