No pueden permitirse alquilar un piso o alguna habitación suelta. “Se mueren de hambre”, dice la Fundación Madrina, que ofrece un servicio de atención 24 horas.
Colapso
Cada vez son más familias ucranianas refugiadas en España las que ven cómo su esperanza de encontrar una nueva oportunidad, una vida mejor para sus hijos tras lograr escapar del horror de la guerra, se va apagando.
Al principio todo fue una ola de solidaridad desbordante, la generosidad de un país volcada con quienes dejaban todos atrás huyendo de la invasión rusa. Pero la guerra se prolonga, los refugiados aumentan por miles y las administraciones se saturan. Hasta el colapso. “Ya no hay recursos oficiales, están saturados, no hay presupuestos”, nos explican desde la Fundación.
“La administración parece haberse desconectado de la gravísima situación de estas familias refugiadas”, insisten. Ponen un ejemplo, deben esperar un año a recibir el Ingreso Mínimo Vital demostrando su residencia en España hasta 6 meses para poder recibir ayuda económica.
La crisis de la inflación y las vacaciones
A esto hay que añadir la dureza de la crisis de la inflación en España, elevando los precios por encima de las posibilidades de las familias. Muchas de ellas, que estaban acogiendo a refugiados, no tienen suficiente dinero para mantenerles.
En algunos casos permiten a los refugiados seguir durmiendo bajo el mismo techo, pero no tienen dinero para mantenerles. En otros, han tenido que echarles de casa. Pero también los hay –cuenta la Fundación- quienes se han cansado del acogimiento y quienes ahora, en vacaciones, terminan esa etapa de ofrecer acogida.
Madres con sus hijos, en la calle
Esta situación les aboca a un estado de vulnerabilidad de alto riesgo y a vivir en la calle. Muchos tienen que decidir si piden dinero en las calles, algo que les avergüenza enormemente, o volver a su país asumiendo el riesgo de la muerte y la incertidumbre de qué se encontrarán en su país a su regreso. Aquí sólo les queda vivir en la calle.
De hecho, en los últimos días la Fundación Madrina han ayudado a dos jóvenes madres con bebés recién nacidos que no tenían casa. La primera, una joven que dormía con pequeño bebé en el aeropuerto de Madrid.
Había llamado al Samur Social de emergencia, pero estaba saturado. La segunda, una joven de 26 años, abogada, que vivía en la calle con el bebé, otro hijo de menos de 3 años, su suegra y otra joven de 22 años. Se las ha encontrado un recurso particular de acogida en Badajoz al que serán destinadas en los próximos días.
Y como a ellas a muchos. “Les buscamos refugio en lugar seguro, en un entorno rural que es donde pensamos mejor pueden sobrevivir” –nos cuenta Conrado Jiménez, presidente de la Fundación, y añade que se tarta de “familias con muchos niños, personas con valores, convicciones religiosas. Un entorno rural es el ideal para grandes familias en estas circunstancias”.
Anastasia, ucraniana que trabaja en el programa SosUkranine, define a sus compatriotas refugiados y su situación así: “los ucranianos queremos vivir y queremos sobrevivir, la guerra no es nuestra culpa, y tenemos que luchar por la libertad y por eso necesitamos ayuda de toda Europa”. Primero la ayuda económica. Vienen familias de Mariopol que no tienen nada, su casa la han bombardeado, salen con lo puesto y una bolsa, sin papeles, sin dinero. ¿Cómo van a sobrevivir? ¿Cómo van a comprar ropa o pan? No tienen nada”.
No es caridad, es inversión
Las familias que han llegado son trabajadoras, gente que en Ucrania tenían su trabajo y su casa. Muchas con estudios universitarios. Pero aquí encuentran una barrera importante para encontrar trabajo: el idioma. Ganas no les faltan, son un capital humano muy importante. Por eso, desde la Fundación Madrina recuerdan que invertir en ellos no es una obra de caridad, sino una inversión que le vendrá bien a España.
“Estas familias, en general, son muy educadas y están bien formadas. Las hay contables, sanitarias, médicos, informáticos, ingenieros, entre otros. Para la Fundación Madrina las familias ucranianas refugiadas constituyen un capital humano que debe ser protegido y aprovechado por el estado español. Es una oportunidad para España y tienen cabida en el entorno rural principalmente, pero debe invertirse en ellos”- dice Conrado Jiménez.
Anastasia, de SosUkranine asegura “Las mayores dificultades por las que se enfrentan las familias ucranianas, es encontrar trabajo por la barrera del idioma” y añade: “La ropa, los colegios y la alimentación, son otros problemas que se suman, pues llegan con lo puesto y sin nada de dinero, además les da mucha vergüenza tener que pedirlo, al igual que tener que solicitar trabajo, pero todos son gente muy trabajadora con muchas ganas de rendir”.
Servicio SosUkranine 24 horas
Ante esta situación desesperada, la Fundación Madrina brinda un servicio de atención 24 horas a cualquier familia ucraniana que se encuentre en riesgo o necesidad. El perfil son en general madres jóvenes con hijos pequeños, y muchos vienen con los abuelos o algún familiar más, una hermana o una amiga.
Son familias que quieren venir a España desde otros países o desde el interior de Ucrania y solicitan si llaman desde España el rescate de sus hijos que están actualmente en zonas de conflicto. Las familias en España suelen pedir apoyo con el idioma, trabajo, alimentación, transporte y ayuda económica, entre otros.
Para solicitar este servicio se puede hacer de la siguiente manera:
Teléfonos: +34 91 449 0691 | “+34 686 637 691
DIAS SERVICIO: 24h
HORARIO SERVICIO: 9 – 20 h principalmente
LUGAR SERVICIO: calle Limonero 26, 28020 Madrid