Lejos de encontrar una salida al atesoramiento de las pandillas criminales del pequeño territorio de Haití, las condiciones de violencia se han agravado y las guerra entre bandas, por el exiguo botín de un país sin ley, sin justicia y con hambre, ha llegado a poner en llamas hasta la catedral provisional de Puerto Príncipe.
La guerra entre las bandas de delincuentes se ha apoderado de sus calles, de sus carreteras y de todo lo que esté a su mano, incluyendo la distribución de la ayuda humanitaria internacional.
Las bandas se han concentrado en la capital, Puerto Príncipe, y esta semana han hecho cundir el pánico en cada rincón de la ciudad, paralizando las actividades de toda la población cuyo único objetivo es, ahora, tratar de esquivar las balas perdidas que se han cobrado vidas inocentes de ancianos, mujeres, niños.
También se han paralizado las actividades académicas, De hecho, la Facultad de Ciencias de la Universidad Estatal de Haití, en cuyos pasillos fue asesinado un estudiante el pasado 11 de julio, ha suspendido ya todas sus labores pues, según un comunicado emitido por la Facultad, "en menos de una semana, se han encontrado varios proyectiles perdidos en el patio e incluso en las aulas".
Incendio criminal
Por su parte, la arquidiócesis de Puerto Príncipe ha denunciado que se produjo un incendio no espontáneo, sino “de origen criminal” en la catedral provisional de esta capital. La Policía Nacional y los bomberos acudieron al lugar de los hechos, pero lo único que pudieron hacer fue sofocar el incendio, sorteando las balas de las bandas.
"Según las averiguaciones de los bomberos, los autores rompieron parte de la pared de la fachada del edificio antes de prender fuego a las puertas delanteras y laterales hacia la vista de San Lorenzo", explicó la arquidiócesis mediante un comunicado. No obstante los peligros para llegar hasta la Catedral, los bomberos alcanzaron a rescatar parte del inmueble cuyas bancos, suelos y techo registraron daños mayores.
La iglesia provisional que fungía como Catedral estaba cercana a la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, inmueble que se encuentra en reparación después de haber sido destruido por el terremoto que sacudió el país en 2010, causando la muerte de 316.000 personas y dejando un número cercano a 350.000 heridos.
Más tarde se construyó una Catedral provisional que ahora ha sido destruída, como tantos otros sitios de reunión y de fe de la población civil en este insensato enfrentamiento por el control de los secuestros, la droga, los combustibles y, a fin de cuentas, de la vida en Haití por parte de las bandas criminales.
Muerte por todas partes
En la última semana ha habido, aproximadamente, 470 víctimas mortales producto del enfrentamiento entre bandas criminales armadas, mientras las fuerzas del orden están completamente diezmadas y la presidencia de Haití se encuentra acéfala desde el año pasado cuando fue asesinado el entonces titular del ejecutivo, Jovenel Moïse.
La lucha por las calles de Puerto Príncipe, sobre todo en la zona baja de la ciudad, se da entre la coalición de bandas armadas G9, liderada por el expolicía Jimmy Cherisier, alias “Barbecue”, quien se enfrenta a la coalición de bandas GPEP para ganar nuevos territorios.
Mientras esto sucede, Puerto Príncipe está sumida en el caos. Los misioneros, y las organizaciones religiosas resisten y llevan ayuda a la población. El mundo, por su parte, mira como se hunde en la pobreza y la violencia el noble pueblo haitiano, condenado a observar el exilio o la muerte como las dos únicas salidas existenciales que tiene a la mano.