Me ha vuelto a ocurrir, me he concentrado tanto en escribir mis libros y estos artículos para Aleteia que de alguna manera descuidé la oración y todo ha empezado a ir mal. Comenzaba a perder el gusto a muchas cosas espirituales y las respuestas que esperaba de Dios no habían llegado.
La presencia de Dios en nuestras vidas es un misterio en el que a menudo reflexiono. Las Sagradas Escrituras, a las que acudo últimamente, nos aseguran que: "en Dios vivimos, nos movemos y existimos" (Hechos 17, 28) Esto significa que Él está siempre pendiente de nosotros, nos conoce bien, escucha nuestras oraciones. Pero lo olvidamos y nos alejamos de Dios, fuente de todo bien. Y las cosas empiezan a ir de mal en peor.
No es algo común en mí. El buen Dios, mi Dios, nuestro Dios, suele ser un gran consentidor y sentía que algo me estaba diciendo y no le escuchaba.
Había leído tiempo atrás estas palabras que se quedaron clavadas en mi corazón y me advierten cuando trabajo demasiado y comienzo a alejarme de Dios. "A veces olvidamos a Jesús por hacer las cosas de Jesús". Inmediatamente comprendí. Debía orar.
Si descuidas tu oración pierdes tu cercanía con Dios y eso es terrible, de espanto.
Me tomé un tiempo para retomar mi oración diaria. Volví a visitar a Jesús en el Sagrario y a rezar el Rosario en el patio interior de mi casa. Y todo volvió a ser como antes, retornó la normalidad, la presencia amorosa de Dios, la serenidad, esa paz interior que sabes que no es de este mundo.
Suelo decirte en mis escritos esta frase que una vez escuché a un sacerdote: "Sin la oración estamos perdidos". Es fundamental para nuestra salud espiritual y nuestra cercanía con Dios "orar siempre sin desfallecer", como nos pedía Jesús.
El demonio sabe que si no rezas podrás caer con facilidad en sus múltiples tentaciones de la carne, los malos deseos, la pornografía, los vicios, el robo, el orgullo, la codicia; por eso hace todo lo que puede para desanimarte y que no reces.
¿Qué es la oración?
¿Te has preguntado alguna vez por qué es tan importante rezar y fortalecer con los sacramentos nuestras almas? Primero veamos lo que es la oración. Debes saberlo y estar consciente de ello para comprender su urgente necesidad.
Decía santa Teresita del Niño Jesús en su maravillosa obra Historia de un Alma: "Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría".
Y, ¿qué nos indica el Catecismo de la Iglesia Católica?
2559 "La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes" (San Juan Damasceno) ¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde "lo más profundo" (Sal 130, 1) de un corazón humilde y contrito? El que se humilla es ensalzado (cf Lc 18, 9-14)".
La humildad es la base de la oración. "Nosotros no sabemos pedir como conviene" (Rm 8, 26). La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo de Dios (San Agustín).
El Papa Francisco en uno de sus tuits )oct 30, 2021) ha dicho sabiamente: "Cuando rezamos, nunca lo hacemos solos: aunque no lo pensemos, estamos inmersos en un majestuoso río de invocaciones que nos precede y continúa después de nosotros".
¿Cómo va tu oración cotidiana? Tal vez descuidaste la oración o no rezas como debes o piensas que no vale la pena porque Dios no te escucha.
Haz la prueba retorna a la oración fervorosa, esa que te permite experimentar la presencia de Dios y luego me cuentas. He visto cómo la oración nos ayuda a salir adelante y a encontrar respuestas a muchas inquietudes.
Cuéntame cómo te fue con la oración. Te paso mi email personal cv2decastro@hotmail.com
¡Dios te bendiga!