Los "coyotes" (traficantes de indocumentados, también llamados "polleros") no tienen corazón; ni les importa nada más que lo que puedan sacar de dinero de aquellas infortunadas familias que "enganchan" para cruzarlas a Estados Unidos. De ello da testimonio el último hallazgo de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos el pasado jueves 25 de agosto.
Se trata de dos bebés de 4 y 18 meses de edad que fueron encontrados en completo abandono en el desierto de Sonora, en Arizona (Estados Unidos); a muchos kilómetros de donde pudieran haberlo dejado con alguna seguridad. El de 18 meses pudo reaccionar; el de 4 meses estaba tirado boca abajo, como un bulto, besando el polvo de la muerte.
El agente de la Patrulla Fronteriza, dependiente de la jurisdicción de Tucson (Arizona) que los halló en el Parque Nacional Organ Pipe Cactus, les proporcionó los primeros auxilios. Y tras llamar a los servicios de emergencia, los bebés fueron recogidos por los paramédicos y trasladados en ambulancia a un hospital de la ciudad de Goodyear.
Los dejaron para que se murieran
La información sobre dónde podrían estar los bebés la proporcionó a la autoridad de aduanas de Estados Unidos un miembro del grupo de inmigrantes detenidos, que habían cruzado la frontera al oeste del puerto de ingreso de Lukeville. El bebé de 18 meses fue hallado llorando, mientras que el más pequeño estaba inmóvil.
Con la dureza que da enfrentar estos casos cotidianos (esta misma semana se dio a conocer que dos pequeños murieron ahogados en el Río Grande y un bebé de dos meses rescatado del río y que permanece hospitalizado) el agente de la Patrulla Fronteriza John Modlin afirmó que los "coyotes" los dejaron "para morir" en el desierto.
Desde luego, este no es un acontecimiento aislado. Según la autoridad fronteriza de Estados Unidos, en el último año fiscal (que termina el 1 de octubre de este 2022) el número de niños sin acompañantes introducidos de contrabando por los "coyotes" a territorio estadounidense –como si fueran mercancías—ha crecido 12 por ciento.
Sin padres, sin familiares, sin nada
"Ayer los contrabandistas dejaron a dos niños pequeños en el Desierto de Sonora a su suerte. Este no es solo un ejemplo más de cómo los traficantes están explotando a los migrantes por dinero; sino de su crueldad y su avaricia", aseguró Modlin a las agencias informativas Efe y AP.
Los datos tanto de la nacionalidad como de los familiares de los pequeños no se han establecido todavía. Están bajo custodia de la Patrulla Fronteriza; quien ya solicitó a la Oficina de Reasentamiento y Refugiados (ORR), que los reciba de inmediato para su atención, puesto que la necesitan con urgencia.
Este Parque Nacional, de 1,340 kilómetros cuadrados y que en verano llega a temperaturas mayores de 37 grados (con sensaciones térmicas de 42 a 45 grados centígrados) es la extensión del desierto de Sonora (México) y un lugar inhóspito. Phoenix, la ciudad más importante de Arizona, se encuentra a 210 kilómetros de distancia.
Reformas y "coyotes"
Precisamente por esta desolación, los "coyotes", engañando a las familias, trasladan a los pequeños con la promesa de darlos a familiares que viven en Estados Unidos; o de regresarlos a sus padres, en cuanto éstos hayan podido cruzar la frontera por otros lados. En cualquier caso, el peligro es enorme para los niños; pues si los traficantes lo consideran "pertinente", los tiran a mitad del desierto y se llevan el dinero.
El nuevo cardenal de San Diego, el obispo Robert McElroy, un ferviente defensor de los derechos de los migrantes, junto con la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, han pedido una reforma migratoria integral que beneficie a la nación y, al mismo tiempo, impida estas tragedias.
"La frontera es un recordatorio de lo que estamos llamados a hacer en nuestra grandeza como estadounidenses", dijo McElroy cuando fue elevado como obispo (2015). "Nos recuerda la diferencia con la que tratamos a los inmigrantes; y en cómo debemos confrontar los asuntos de inmigración, resolviéndolos con justicia. Una reforma integral de inmigración hará eso".