El 14 de julio el presidente de la República de Panamá, Laurentino Cortizo instaló la Mesa de Diálogo Nacional para superar los problemas que aquejan a esa nación centroamericana; y que habían suscitado protestas de organizaciones sociales del país y cierre de carreteras. Principalmente la carretera Panamericana, arteria esencial para la economía panameña.
Al instalar la Mesa, el primer mandatario encomendó a la Iglesia católica, especialmente al arzobispo de Ciudad de Panamá, Juan Domingo Ulloa, la tarea de ser la mediadora y la facilitadora del proceso que apenas, el fin de semana pasado, concluyó (y no del todo) la primera fase.
Cortizo argumentó que era la Iglesia católica la única institución que podría mediar entre los sectores y el Gobierno, para llevar adelante “un diálogo sin doble agenda, sincero y sin exclusión, que beneficie a todos los panameños”. Además, porque es la Iglesia la institución “de más alta credibilidad en Panamá”.
En la instalación de la Mesa, el arzobispo Ulloa pidió a los involucrados que el diálogo fuera “accesible a todos”, porque “todos tenemos derecho a participar”. Subrayó que “somos conscientes de esta misión de ser facilitadores y lo hemos aceptado con el compromiso y voluntad de contribuir a la paz social que se alcanza cuando somos capaces de ir superando las causas estructurales de la situación que vivimos, que es consecuencia de un arrastre”.
Monseñor Ulloa expresó ese día que “iniciamos un proceso de confiar los unos en los otros, que entre todos podamos reconstruir la confianza y el tejido social, sabemos que no es fácil, que el pesimismo y la sospecha siempre se levantan como grandes muros. Sin embargo, quienes tenemos fe y confiamos en la voluntad de los seres humanos sabemos que esto es posible”.
¿Qué ha pasado desde entonces?
El diálogo no ha sido terso, pero ha llegado a sacar algunas conclusiones importantes. El domingo pasado, el arzobispo Ulloa, desde la Catedral de Panamá, pidió a todas las organizaciones sociales y al Gobierno que "respeten los acuerdos" de la primera fase de Mesa Única; para dar paso a la segunda fase del proceso, con la participación de otros sectores como el sector empresarial y el productivo.
Desde luego, las críticas a la Iglesia le han llovido a lo largo de mes y medio de reuniones. Sobre todo desde los colectivos que no han sido llamados a la primera etapa de la Mesa de Diálogo. En su momento, Ulloa dijo que la Iglesia no excluye a nadie; y que, desde un principio quedó claro que la primera fase sería de escucha de las organizaciones sociales.
Para el arzobispo panameño la Iglesia está haciendo lo que debe hacer "en medio de nuestra pobreza y realidad"; y que gracias a la voluntad de los colectivos del Ejecutivo y la oración se ha llegado a acuerdos "que deben ser cumplidos y honrados por el bien del pueblo, principalmente los más necesitados".
Contra la retórica de blanco y negro de los grupos más radicales de las organizaciones sociales o de los sectores empresariales; monseñor Ulloa ha defendido la doctrina de la Iglesia y la postura en conflictos del Papa Francisco; diciendo: "Aquí no hay vencedores ni vencidos sino un solo ganador y ese ganador es Panamá".
Justamente, el único punto de la agenda que no pudo ser completado el pasado fin de semana – el número ocho que habla de la creación de mesas intersectoriales; y de seguimiento a temas sensibles – es el que tendrá que ser consensuado el próximo viernes 2 de septiembre.
La humildad y el interés
Aprovechando el Evangelio del domingo pasado, el arzobispo de Panamá trazó el camino que puede seguir el diálogo hacia el bien común del pueblo. La humildad – dijo – es "escuchar esta palabra en una sociedad en que la gente se esfuerza por ascender; aunque convierta a otros en peldaños. En el mejor de los casos, puede arrancarnos una sonrisa de compasión condescendiente".
"Echemos una mirada al mundo en que vivimos. ¿A dónde está conduciendo el desmesurado interés de las grandes potencias? A dejar insolvente a medio mundo", expresó el prelado; quien, en una advertencia hacia quienes podrían querer un diálogo excluyente (un monólogo) señaló que en los diversos banquetes de la vida hay "zancadillas y empujones para encabezar una lista".
La petición de respetar los acuerdos que hizo monseñor Ulloa da pauta para seguir adelante. La exclusión y el no honrar la palabra, podrían colocar a Panamá, una de las economías más interesantes de la región, en una situación complicada; cuya primera víctima sería la población en pobreza.