El cardenal Adalberto Martínez Flores retornó este miércoles a Asunción tras ser partícipe de uno de los eventos más importantes en la historia de la Iglesia Paraguay. En su país, una multitud lo esperaba.
Un coro de niños, autoridades locales, sacerdotes, religiosas y miembros de la feligresía, recibieron en el aeropuerto al cardenal Adalberto Martínez. Él no ocultaba su emoción y permanecía son el rostro sonriente.
Con mucha emoción y alegría, miles de personas acompañaron en caravana a Adalberto Martínez en un trayecto de casi 20 kilómetros desde el Aeropuerto Internacional Silvio Pettirossi hasta la Catedral Metropolitana de Asunción.
Un bus descapotable fue el elegido para transportar a Adalberto Martínez durante la caravana. Lo acompañaron de cerca otros sacerdotes e integrantes de la Arquidiócesis de Nuestra Señora de Asunción.
Durante todo el trayecto, una importante cantidad de niños y fieles en general formaron cordones humanos para saludar al primer cardenal paraguayo. Banderas, globos e imágenes de santos, formaron parte del colorido recibimiento.
El escenario vivido durante la llegada de Martínez fue bastante parecido a la bienvenida que hizo Paraguay al papa Francisco durante su visita en el año 2015. La atención de todos los medios de comunicación estaba centrada en el histórico acto.
En la explanada de la Catedral Metropolitana de Asunción, un gran número de fieles esperaba por el nuevo cardenal.
Un regalo del Papa hacia el Paraguay
El nuncio apostólico, monseñor Eliseo Arioti, habló desde la explanada de la catedral y aseguró que la investidura del primer cardenal nacido en Paraguay fue una «caricia de Francisco» para el país sudamericano.
Arioti aseguró que con el nombramiento se establece «un vínculo histórico más fuerte entre la Santa Sede y el Paraguay». «Esto debe dar luz para los cambios y la salvación de las alamas. Quiero decirles que esta es una caricia del Papa», expresó.
«Hoy estamos aquí, en el corazón de la ciudad de Asunción, en la Iglesia Madre del Cono Sur de América Latina, a 400 años del nombramiento de su primer obispo, para un nuevo acontecimiento histórico muy importante. El nombramiento de Adalberto Martínez no es solo un hecho histórico, sino también una revalorización de nuestro pueblo», explicó.
Una bienvenida inesperada
En medio de mucha emoción, Adalberto Martínez, expresó su emoción por el momento histórico por el que atraviesa la Iglesia Católica de Paraguay.
«Realmente me siento muy emocionado con este recibimiento inesperado. Así como fue inesperada la gracia de recibir el birrete cardenalicio. Al estar delante de él (papa Francisco) como un verdadero padre lo sentí con una mirada puesta en el Paraguay», recordó.
Asimismo, el nuevo cardenal rememoró su conversación con el Sumo Pontífice al momento de recibir el birrete y anillo cardenalicio durante el consistorio.
«Además de decirme que fue un homenaje para el Paraguay, me recordó que la mujer paraguaya es la más gloriosa de América. También me preguntó por la chipa», refirió.
En sus primeras palabras como un cardenal ante la iglesia de su país, Martínez aseguró que su lema será la búsqueda la unidad.
«Ser investido como cardenal es un gran honor, pero por sobre todo es una gran responsabilidad para la iglesia, es un compromiso para la nación (…) Creemos que este es un desafío a poner todo nuestro empeño para constituirnos en un punto de apoyo para el diálogo y entendimiento entre los paraguayos», expresó.
La emoción de los fieles
La feligresía paraguaya vivió con mucha emoción el reencuentro con el arzobispo de Asunción Adalberto Martínez, quien regresó de Roma como nuevo cardenal.
«Es algo que nos hacía falta, tenemos una buena noticia entre tantas malas. Hoy estamos hablando de una persona que se destaca por su bondad y no por la corrupción. Nos sentimos muy emocionados», expresó Rocío López desde la catedral, en conversación con Aleteia.
Adalberto Martínez Flores formó parte de los nuevos cardenales creados por el papa Francisco durante el consistorio cardenalicio celebrado el pasado fin de semana en la Santa Sede.
Paraguay es un país con población mayormente católica y al que el papa Francisco le guarda un especial cariño. Durante su episcopado en Buenos Aires, el Sumo Pontífice solía compartir con las comunidades paraguayas residentes en Argentina y además se declaró como un devoto de Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé.