«Para los peruanos, el Señor de los Milagros significa una expresión de la Iglesia sinodal, una Iglesia que quiere caminar junto al pueblo como Jesús lo hizo: sanando a los enfermos y salvando a los pecadores», expresó Karla, esta mujer peruana vinculada a Cáritas Perú que explicó a Aleteia lo que representa el Señor de los Milagros para los peruanos.
En efecto, el Señor de los Milagros es de las festividades religiosas que despiertan más devoción en Perú y América Latina.
«En la festividad del Señor de los Milagros el pueblo peruano expresa su alegría y esperanza, el pueblo le agradece a Dios a través de su hijo que estamos vivos, le pide al Señor un milagro para sus familias. Le pide por trabajo, por un Perú más justo y solidario, libre de corrupción», continuó Karla.
El regreso de la gran fiesta con cinco procesiones
En línea con la explicación de Karla, la Iglesia de Perú informó esta semana que el lema elegido que acompañará a los devotos en su reencuentro tan esperado en 2022 con el Señor de los Milagros será el siguiente: «Sobrevivientes y agradecidos, te acompañamos, Señor, con paso firme».
Es que después del encierro por la pandemia del coronavirus, donde imperaron las celebraciones virtuales, finalmente el «Cristo Moreno» saldrá a las calles hasta en cinco oportunidades durante el mes de octubre («Mes Morado»).
«Luego de dos años por la pandemia del coronavirus nuestro 'Cristo Morado' saldrá a las calles y lo recibiremos con devoción y mucha fe de tener un mundo mejor lleno de paz y amor», añadió Karla.
La primera procesión será el sábado 8 de octubre, día en que recorrerá parte de la Avenida Tacna y Emancipación hasta retomar al Santuario de la Nazarenas. La segunda salida será el martes 18 de octubre, momento en que recorrerá hospitales y pernoctará en la parroquia Nuestra Señora de las Victorias.
Al día siguiente, el miércoles 19 de octubre, volverá a recorrer las calles, bordeará la Plaza San Martín e ingresará a la iglesia de las Nazarenas.
La penúltima procesión del «Cristo Moreno» será el viernes 28 de octubre, donde también recorrerá avenidas, ingresará al Hospital Loayza y retomará la Avenida Tacna para ingresar a la iglesia de las Nazarenas.
El último recorrido del Señor de los Milagros será el martes 1 de noviembre donde culminará su pasaje por las calles de Lima cuando ingrese al convento de las Nazarenas.
El 14 de septiembre, una fecha especial
Mientras crece la expectativa con respecto a la gran fiesta del Señor de los Milagros, devoción que supo romper fronteras y hasta tiene a devotos especiales como el extécnico argentino de la selección peruana de fútbol, Ricardo Gareca, en septiembre también se recuerda una fecha más que especial.
Precisamente, el 14 de septiembre de 1671 se ofició la primera misa en honor al también conocido como «Cristo de Pachacamilla» o «Cristo Morado», entre otros.
Sucedió en la ciudad de Lima ante autoridades eclesiásticas y civiles en la ermita que se erigió por orden del virrey Pedro Antonio Fernández de Castro. La fecha coincidió con la celebración de la Exaltación de la Santa Cruz.
Desde ese momento el culto y devoción se continuó extendiendo llegando a ser considerado a este crucificado con el paso de los años el Señor de los Milagros.
Los hitos del Señor de los Milagros (galería):
Terremoto de 1655
No obstante, para entender mejor la ermita y esta primera misa hay que ir un poco más atrás en el tiempo. Más precisamente hacia el 13 de noviembre de 1655, día que tuvo lugar un potente terremoto que sacudió a Lima y Callao, movimiento sísmico que dejó miles de víctimas, así como destrucción de viviendas y templos.
Una de las ciudades afectadas fue Pachacamilla, donde en uno de los muros de adobe de una cofradía había una imagen de Cristo en la cruz, que increíblemente (para muchos considerado un milagro) permaneció en pie tras el terremoto.
Debido a esto, el sitio se transformó en lugar de peregrinaciones, pero también el lugar de otras manifestaciones que no eran vistas con buenos ojos por el párroco de San Sebastián en aquel momento, José de Mena, quien le pidió al virrey que prohibiera las reuniones y se borrar la imagen.
Sin embargo, lo que se pidió finalmente no se pudo (incluso hubo tres personas designadas para ello que no lo lograron), ganando también lugar el clamor popular para que se dejara. El virrey y el vicario general Esteban de Ibarra decidieron dar marcha atrás con la orden y autorizar el culto, además del levantamiento de una ermita provisional (donde se celebró la primera misa).