Últimamente nos llegan muchas noticias sobre el elevado número de rupturas matrimoniales que se producen al año.
Es más, las estadísticas nos dicen que el 32% de los divorcios se produjeron después de 20 años de matrimonio o más y la franja de 40 a 49 años es la que más se separa.
Detrás de esos porcentajes hay personas, hombres y mujeres con una historia, única y personalísima que, formando parte de ese matrimonio, contribuyen a hacerlo crecer desde su experiencia, pese a que a veces un cúmulo de circunstancias pueden enquistar el buen desarrollo de esa convivencia. Esas historias no son sólo datos estadísticos.
Aprender a dejar a un lado nuestras mochilas personales (cuando suponen una carga para la relación), pedir ayuda cuando solos no podemos y poner nuestro proyecto familiar en el centro, es una herramienta que ayuda a ir nutriendo esa relación desde la experiencia conjunta, la de nuestro matrimonio.
Este simple ejercicio de imaginación (poner simbólicamente la mochila -nuestra relación- entre los cónyuges e irla llenando de experiencias), nos posiciona en una línea de salida diferente a la de muchas personas. Quizás, porque con esta visualización, podemos llegar a ser conscientes de cuán importante es lo que tenemos entre manos.
¿De qué hablamos cuando hablamos de mochila?
Cuando iniciamos una aventura, una excursión o un viaje y preparamos las maletas, vamos llenándolas con ilusión de diferentes enseres, que nos van a ser útiles en la travesía. En esos momentos, nos puede parecer que la mochila no pesa y si pesa, no importa, porque tenemos muchas ganas de hacer ese viaje. Poco a poco, con el paso del tiempo, con los kilómetros de trayecto y las experiencias acumuladas, podemos experimentar que esa mochila efectivamente pesa y además, ¡mucho más de lo que imaginábamos!.
En nuestro matrimonio, aprender a llenar nuestro día a día de experiencias positivas y no acumular tanto las negativas, como son:
No acumular este tipo de cosas nos va a permitir crecer juntos en el camino de la vida en común.
Este cúmulo de circunstancias, aparentemente poco o nada graves, pueden ir generando un poso de desgana que, prolongada en el tiempo, hace que nos podamos llegar a sentir vacíos, solos, faltos de ilusión, indiferentes.
Qué podemos hacer
Si a esto le sumamos que estamos en la franja de edad en la que las estadísticas dicen que se producen más separaciones, ¿ qué podemos hacer entonces?
Aquí os damos tres claves que pueden ayudar a nutrir esa relación:
En ocasiones:
Una cita del Papa Francisco que ayuda
Amar no es solo sentimiento
El transcurso del tiempo no es justificación para que el compromiso decaiga, para que el amor languidezca. Amar no es sólo un sentimiento, es una decisión. A veces dar ese pequeño paso y coger la mochila de nuestra relación, asumiendo ese compromiso adquirido en su día, permite que la carga sea llevadera para los dos, pero no como una carga pesada sino como una mochila nutrida de experiencias, buenas o malas, pero las nuestras, las de nuestro matrimonio.
No dejemos que esas #historiasdematrimonios queden ensombrecidas por lo que las estadísticas dicen.
Si necesitas ayuda, puedes escribirnos a consultorio@aleteia.org