Monseñor Victorio Oliver, obispo emérito de Orihuela-Alicante (España), cumple sus bodas de oro sacerdotales. Tiene 92 años y desde su renuncia en 2005 vive en la Casa Sacerdotal, rezando. Ahora, con motivo de esta bella efeméride la diócesis de Alicante le hace una entrevista en la que cuenta anécdotas de su vida y su época de obispo: "A mí me ha enseñado el pueblo a ser obispo".
El pastor que le enseñó lo que era ser obispo
En una de ellas cuenta la lección que le dio un pastor. Fue en la Sierra de Albacete, en Jutia. Allí llegó con un Land Rover para preparar la tarde del viernes la misa del domingo. La gente estaba reunida y se puso a hablarles del evangelio del Domingo:
Lo que no podía imaginar es lo que ocurrió después. Un pastor se levantó en medio de la gente y dijo: "Lo que usted está diciendo es verdad". Monseñor Victorio Oliver quedó sorprendido y quiso profundizar: “¿Qué quiere decir”?, le expresó, animándole a tener una conversación.
El pastor entonces le explicó el evangelio al obispo. El pastor se convirtió de alguna manera y con su "cátedra" rural en el obispo. Así se expresó:
Fue una gran enseñanza para el obispo. Así lo explica él en la entrevista:
"¿Quién me lo iba a decir a mí?"
No sería la única anécdota. Son muchas las que tiene este obispo en sus 50 años como prelado. Según él mismo explica, la que más le impresionó fue lo que le ocurrió nada más ordenarse obispo.
Fue en la diócesis de Tarazona. En una reunión de sacerdotes vio a uno especialmente callado. Quiso ir a su parroquia a conocerlo más. Se presentó en su casa. Hablaron, rezaron y al salir de la Iglesia se encontraron con unos fieles. El sacerdote los llamó y les dijo: “Mirad, este es el señor obispo”.
Espontáneamente los fieles se quitaron la gorra en señal de respeto. "Aún me emociono porque yo tenía 45 años y ellos eran mucho mayores que yo", afirma monseñor Victorio.
Empezaron a hablarle de sus problemas, de sus ganados y uno no sabía nada más que decir: "¿Quién me lo iba a decir a mi, quién me lo iba a decir a mí?". "¿Quién me iba a decir a mi que el señor obispo iba a venir aquí a la era a verme a mi?".
Al preguntarle por qué decía eso, el lugareño le explicó que antes, cuando el obispo llegaba, se bandeaban las campanas, salían a recibirle a su entrada al pueblo, iban con banderines, las mujeres ponían unas colchas en los balcones y les decía la mujer que se pusieran la camisa limpia… "¿Quién me iba a decir a mi que el obispo iba a venir verme a la era?", volvió a decir.
El obispo le contestó: "Y a usted, ¿cuándo le pareció mejor?". "¡Ahora!", respondió el hombre. "¿Por qué?", rápidamente repregunta el prelado. "Porque ahora me parece usted más hermano" fue la respuesta que impactó profundamente al obispo y lo hizo sentir su labor: "aprender a ser hermano".
La mula flamenca y la cosa de todos
La vida de Victorio Oliver da para muchas anécdotas, todas las que tuvo que vivir en el barrio de Carabanchel al liderar la vicaría IV, una vicaría con los problemas típicos del mundo obrero en los años 70. O cómo llegó a la diócesis -es la tradición- con una mula "muy flamenca" y el cartel que se encontró en la al día siguiente: "Casa de todos, cosa de todos". Un mensaje de su pueblo.
50 años que serán celebrados este miércoles 12 de octubre (se considera "muy pilarico") en la catedral de su diócesis, la diócesis de Orihuela.