Monseñor Francisco Javier Acero Pérez nacido en España, en Valladolid, una ciudad con mucha historia, con mucha relación con México, hermanada con la ciudad de Morelia, tiene 48 años y recibe el nombramiento, como obispo auxiliar para la Arquidiócesis de la ciudad de México, en la casa de la Curia General en Madrid de los Agustinos Recoletos.
Es un obispo con raíces de comunicador y periodista, y es enviado a la ciudad donde hoy el tráfico caótico, la crisis social y económica, hacen sus estragos.
Es enviado a la ciudad gobernada por la izquierda del partido gobernante, MORENA, donde los católicos que quedan en esta antigua ciudad, que se distinguia antes por el alto número de católicos, han envejecido y ahora dejan vacios los templos, con una juventud obsesionada por el regueton, pro aborto y pro LGTB.
El papa Francisco ha enviado a Monseñor Javier Acero a la ciudad de México donde dicen que no pasa nada y donde se vive el amor libre y todos son felices.
Pero en realidad la CDMX vive una guerra encarnizada entre lo que queda del cártel de Tepito la Unión y algunos otros Carteles unidos y el cártel más poderoso y violento del mundo, el Cártel Jalisco Nueva Generación, una guerra que tiene en jaque a su policía y a su población de esta ciudad.
Monseñor Javier Acero trae consigo su lema episcopal: "Misericordia quiero". Viene con una fuerza de esperanza, con una sonrisa eterna y una juventud que aumenta la fe. Llega con olor a oveja, llega como un Agustino Recoleto que se entregará a penetrar las periferias de los barrios más duros, violentos y difíciles de la gran CDMX.
Monseñor viene con un estandarte: su Escudo Episcopal con grandes símbolos, signos y significados donde sobresale la Santísima Virgen de Guadalupe la Santa Madre de Dios, el amor y la paz por delante de la misión episcopal de Mons. Acero.
Arriba con el mayor signo de amor: la Misericordia de Dios y con su Santa Madre, la Santísima Virgen de Guadalupe que dio identidad y unió a un país en guerra, cuando se apareció milagrosamente y desterró de México a los demonios.
Monseñor viene para dar paz y misericordia a una ciudad en guerra por el narco, la política y las ideologías, para conciliar y reconciliar con su testimonio y con su oración, los resentimientos y odios de gobernantes y seguidores, izquierdas y derechas.
-¿A qué orden religiosa pertenece y hace cuánto tiempo es sacerdote?
Pertenezco a la Orden de Agustinos Recoletos. Los agustinos recoletos nacieron en 1588 con motivo de la reforma de las órdenes mendicantes.
Estoy muy orgulloso de ella, porque estudié desde los dos años y medio en un colegio donde están los agustinos recoletos, en la ciudad de Valladolid.
Desde ese tiempo yo he estado educado en estos valores del trabajo colaborativo, de la amistad y de la interioridad, que es tan importante para la contemplación, para poder orar, para estar cercano a Dios.
Yo entré al seminario a los 12 años y después hice los estudios de secundaria, lo que es preparatoria y luego pasé al sur de Navarra, donde hice el noviciado. Después en Marcilla, también Navarra, realicé los estudios eclesiásticos de filosofía y teología.
El 22 de agosto de 1993 hice mi profesión simple y el 24 de octubre de 1998 la profesión solemne. Luego, el 31 de julio de 1999, fui ordenado sacerdote de manos de monseñor David Arias, en Valladolid, en la iglesia de los Agustinos Filipinos.
El 2 de septiembre de 1999 llegué a México y, desde ese día y hasta este momento, siempre me he sentido muy hermano con este país, no solamente porque mi abuela tiene estas raíces o porque está la Virgen de Guadalupe, sino porque el pueblo mexicano sabe acoger y hospedar a la gente.
Cuando uno llega se enamora del trabajo de la gente, de la gastronomía, de todo lo que hay en México. En medio de la complejidad que vive México, también te haces a esta complejidad, no indiferente, sino marcando ciertas soluciones para hacer trabajo de paz.
-¿Platíqueme sobre su vocación en los medios de comunicación?.
Esto fue una afición que me llegó. Me impactó ver a un cura en la televisión, un cura famoso en España y en el mundo, era un domingo a mediodía en un programa que se llama "Pueblo de Dios". Entonces fui a la iglesia, te estoy hablando de los años 80, y vi a ese cura ahí y eso me impactó.
Después se pudo crear una productora audiovisual para situar la marca de los agustinos recoletos y contar las historias de lo que hacemos difundiéndolas a través del mundo audiovisual de América Latina en canales como María Visión y El Sembrador. Hoy día tenemos una excelente relación, y ahí estamos produciendo programas y haciendo el bien.
Yo creo que la comunicación es una deuda pendiente que tiene la Iglesia y que debemos seguir adelante con ella y contar historias. Tenemos muchas historias, y muy bonitas historias que contar, y a veces nos callamos por una falsa humildad.
También está la tentación dentro del mundo de la comunicación, de ese narcisismo espiritual que existe tanto dentro como fuera de la comunicación. A veces uno tiene que tener la cabeza bien puesta y, cuando uno evangeliza en los medios, tienes que tener un acompañamiento previo y durante la realización de tus programas, de la producción, para que no se te suba a la cabeza.
-¿En qué momento lo contactan para avisarle que había sido designado como obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México?
Normalmente esto se refiere a la Nunciatura Apostólica. Estaba en Madrid y contactaron conmigo una tarde de domingo y yo dije "adelante". A lo que se me va ofreciendo no le digo que no, porque sé que cuento con la ayuda de Dios.
Con la gracia de Dios sé que, a pesar de mis miserias, el Señor tiene misericordia y me empuja, y también nos ilumina con el Espíritu Santo. Entonces, adelante, lo que venga.
-Lo envían a un país que se desangra por la guerra del narco, por un caos social. ¿Qué significa para usted estar en un país como éste?
Literalmente llevo un mes fuera de México, y he estado ahí y he estado en las realidades de México, porque como vicario me tocaba visitar, por ejemplo, las comunidades que están en la sierra en Chihuahua y otras comunidades que están en otros lugares como Cuernavaca, Querétaro y la misma ciudad de México.
Entonces uno va viviendo la realidad y va escuchando la realidad más dura que vive la gente.
Y yo creo que es un problema complejo y una tentación horrorosa. El problema es complejo porque es un problema multifactorial y no tenemos otra solución más que, como ciudadanos, unirnos todos y dejar la ideologización y sacar adelante todas las problemáticas que trae el país, porque debajo de la violencia hay muchas otras cosas que vivimos y somos indiferentes hasta que no nos toca.
Entonces, lo primero es unirnos, así como hace unos días nos hemos unido para gritar "¡Viva México! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!".
Yo creo que nos tenemos que unir, no sólo para gritar "vivas", sino para sacar adelante estas problemáticas y dejarnos de divisiones y polarizaciones.
Creo que la polarización al final nos lleva a una división peor, y nosotros, como Iglesia, lo que estamos haciendo tiene una repercusión, aunque es pequeña y no se ve, pero ahí está.
Yo creo que hay que recordar las palabras del Papa Francisco en una entrevista a Valentina Alazraki y María Antonieta Collins, en donde decía que cuando las acciones no son pastorales se vuelven políticas.
Y nuestras acciones tienen que ser totalmente pastorales.
Debemos de escuchar a la gente y estar cercanos al pueblo de Dios y a nuestros sacerdotes.
Ha habido sacerdotes que durante la pandemia la han pasado muy mal, y a lo mejor nosotros como religiosos no hemos hecho nada porque estábamos muy cómodos en nuestra comunidad, y eso me pesa.
Esta situación de violencia se origina de una situación de individualismos terribles y relativismos morales que al final nos hacen vivir en una indiferencia terrible.
-¿Ha pasado por adversidades en la vida?
Sí, pero el Santísimo ayuda. Uno tiene días malos, o empiezas algunas cosas que al final no te salen, o escuchas que hablan de ti cosas que no son verdad y tú no te puedes defender, o pierdes gente querida por una enfermedad y uno llora. Pero con el Santísimo, a través de la oración, del acompañamiento humano y espiritual, eso ayuda, eso es la medicina.
Una prevención para no caer en una gran crisis es dejarte acompañar, acompañar con Dios, por un experto en la vida, un director espiritual. Revisar tu vida, tus afectos, tu historia personal, tu historia de fe y, por supuesto, el Santísimo.
La rodilla ayuda mucho y ser humilde ante el Señor.
-Cada Obispo tiene su escudo y lema episcopal ¿podría explicarlos por favor sobre el significado de la simbología de su escudo y el significado de su lema?
Cada vez que un obispo es ordenado, la Iglesia le pide que escoja un lema y diseñe un escudo episcopal, llamado también heráldica eclesiástica. El lema busca reflejar las creencias y convicciones del obispo, mientras que el escudo episcopal es un símbolo especial que identifica al obispo
Capelo/borlas: En la parte superior del escudo, como es tradicional en la heráldica episcopal, se coloca un capelo de sinople (sombrero de color verde).
Este sombrero era originalmente llevado por los cardenales de la Iglesia cuando iban a caballo, para protegerlos del sol, pero ha sido adaptado en la heráldica como un símbolo de la Iglesia.
Del capelo se desprenden, cubriendo ambos lados del escudo, izquierdo y derecho, seis borlas de color verde, respectivamente, que suman doce en su totalidad, y que se ordenan en tres órdenes descendentes.
Estas borlas indican el rango del Obispo electo dentro de la Iglesia como sucesor de los 12 apóstoles, y el verde indica el color de un obispo que en tiempos antiguos los distinguía, a pesar de que actualmente los obispos se vistan con otro color.
1.- Corazón y libro abierto. Es parte del escudo de los agustinos recoletos. El corazón refleja la experiencia en comunidad de hermanos reflejada en el amor de Dios; la pasión ardiente legada del carisma de san Agustín.
El corazón representa lo más profundo e íntimo de la persona: su inteligencia, sus sentimientos y su voluntad. En el cristianismo el corazón simboliza también la persona de Cristo encarnado. El corazón es el principal símbolo de los seguidores de s. Agustín.
Es un corazón reverberado con una llama inflamada del amor de Dios, que llevó a san Agustín a la conversión y a la santidad. Los corazones de san Agustín y de santa Teresa están transverberados por la flecha del amor de Dios.
El libro simboliza las Sagradas Escrituras, la búsqueda de la Verdad, al propio san Agustín como Doctor de la Iglesia y su magisterio teológico y espiritual.
La búsqueda de Dios algo esencial en cualquier seguidor de san Agustín. En toda mi formación escolar y religiosa han estado presentes los agustinos recoletos y estas dos dimensiones.
2.- Un castillo y un león. Es el escudo de la comunidad autónoma a la que pertenece la ciudad de Valladolid, lugar donde nací. Castilla y León como Valladolid tienen muchos vínculos con México y especialmente con la ciudad de México.
Mi ciudad y región en donde crecí y sigue siendo un lugar de encuentro con la familia y los grandes amigos de España.
3.- La Virgen de Guadalupe. Siempre presente en casa y en mi labor pastoral durante 23 años en México.
La primera parroquia donde aprendí a ser sacerdote durante 13 años se llama Nuestra Señora de Guadalupe con un apellido que resalta el trabajo: "de los hospitales".
La Virgen de Guadalupe, la basílica y su entorno representan agradecimiento y respeto a las diversas culturas que existen en la ciudad y en el país. Ocupa más espacio en todo el escudo porque me siento acompañado por Ella, y siempre me lleva a Jesús y su Evangelio.
4.-La correa o cinto, que en la orden de los agustinos recoletos es de una pieza, se diferencia en nuestra Orden porque además de un cinto, lleva colgando otra pieza de cuero.
La correa o cinto hace referencia a una tradición. Cuenta una leyenda que Santa Mónica acompañó a su hijo San Agustín al puerto con intención de embarcar con él a Italia desde África. San Agustín, por entonces profesor de retórica, vivía con una amante y, lógicamente, no le hacía mucha gracia llevarse a su madre, que además estaba empeñada en que se hiciese católico.
San Agustín para deshacerse de su madre le invitó a esperar en una iglesia que había en el puerto, pero prometió avisarla para que pudiera embarcar sin problemas con él.
Cuando Mónica quiso darse cuenta su hijo se había marchado sin avisarla dejándola abandonada. Mónica regresó llorosa a la Iglesia y allí se le apareció la Virgen bajo la advocación de la Consolación y le dio como prenda la correa que Ella llevaba.
El lema: "Misericordia quiero". Nace de la experiencia personal de la misericordia de Dios cada vez que pido perdón en la confesión. Me sorprende y me emociona el texto del evangelio de Lucas que nos habla de la misericordia del Padre "se conmovió hasta las entrañas" Lc 15, 20. La Palabra de Dios me llena de misericordia cada vez que la leo.
Las Palabras de san Agustín en las Confesiones capítulo II, 7, 15 el año de la misericordia que no se olvida y sigue presente en mi vida. Y eso es lo que pido al pueblo de Dios y lo que quiero compartir con él.
-¿Cinco características que lo describen a usted?
Sociable, fiel, orante, auténtico y alegre. Yo más bien he sido siempre una persona tranquila, sociable. En cuestión de estudios, para mí no era de interés, ni era una lumbrera. El deporte, si había que hacerlo, lo hacía, pero no era algo que me gustase.
Me gustaba socializar, me gustaba el cine, y me sigue gustando. Yo era un alumno del colegio San Agustín que socializaba con todos y que estaba en un grupo, en otro. Yo así me defino: tranquilo y siempre socializando. Y les pido a los que leen esta entrevista que recen por mí para que pise tierra, para que no me vaya por otros lugares.