Mucho ruido para nada. Ciertamente, los republicanos ganaron en la Cámara de Representantes, pero el partido de oposición, con raras excepciones, siempre gana en las elecciones intermedias. Esta esperada victoria, por lo tanto, no es una sorpresa.
Por otro lado, muchos observadores y ejecutivos del Partido Republicano esperaban una victoria más amplia cuando en última instancia es estrecha. Los republicanos ganaron, pero de ninguna manera fue una derrota para los demócratas.
En el Senado, el partido de Joe Biden podría incluso retener la mayoría. Una victoria a medias y, por tanto, una semiderrota para Donald Trump, que se ha comprometido personalmente con la campaña, hasta el punto de convertirla en su plataforma de lanzamiento para 2024.
Futuro bloqueado
El Partido Demócrata ciertamente ha limitado la ruptura, pero su futuro parece bloqueado. Joe Biden muestra cada vez más signos de pérdida. Con la pérdida de la Cámara, su mandato ya ha terminado, porque ya no podrá aprobar textos importantes.
Durante esta campaña, vimos la intervención de Barack Obama y Hillary Clinton. Ex figuras del Partido Demócrata, que ya no tienen futuro político, que demuestran que el partido es incapaz de sacar una nueva generación de líderes. Ya en 2020 había que ir a buscar a Joe Biden para evitar a Bernie Sanders. Los demócratas son incapaces de pasar página a Clinton y renovar sus figuras tutelares.
Del lado republicano, es la página de Trump la que no pasa. El expresidente ya logró una hazaña: permanecer en el centro de la vida política estadounidense cuando antes un presidente derrotado desaparecía de la vida electoral. Estos exámenes parciales giraron en torno a su persona, quien apoyó a los "bebés Trump" en varios estados clave. Se espera que anuncie su candidatura presidencial de 2024 en las próximas semanas, lo que significa que la campaña ya está en marcha.
Y los republicanos se preguntan: ¿debemos pasar la página de Trump, es decir mantener las ideas y fundamentos del trumpismo, pero sin los excesos de carácter? Una corriente representada por Ron DeSantis, que acaba de ser reelegido gobernador de Florida.
¿O deberíamos apostar nuevamente por Donald Trump, sabiendo que, en la historia de Estados Unidos, nunca un presidente derrotado se ha presentado a las elecciones? Trump nació en 1946, DeSantis en 1978. También entre los republicanos está en juego una batalla generacional, más allá de cuestiones de estilo e ideas. Las primarias decidirán el duelo y podrán sacar un tercer candidato.
América dividida
Los demócratas y los republicanos pueden reclamar una parte de la victoria. Pero la causa estadounidense parece estar estancada. En permanente campaña electoral, Estados Unidos vive en una histeria política que desune y disuelve los lazos sociales.
Los métodos de elección, entre boletas de papel y boletas electrónicas, engorrosos y complejos, se prestan a numerosas críticas, que corren el riesgo de resurgir en 2024 y fracturar aún más al país.
Mucho ruido y pocas nueces, y sobre todo mucho ruido para desviar de lo esencial: Estados Unidos sigue siendo sin duda la primera potencia mundial, pero nunca estuvo tan dividido y fracturado.