A principios del siglo XX, la dicotomía entre laico y católico ocupaba muchos debates y esferas distintas de la sociedad, en el ámbito educativo, sobre todo, donde la formación laica pretendía desbancar el modelo católico que llevaba décadas desarrollándose. Fueron muchas las instituciones seglares y regulares que lucharon por mantener la educación católica en las aulas.
Y muchas mujeres que vincularon dicha reivindicación con la necesidad de favorecer su acceso a la educación. Desde las Escuelas Normales y otras instituciones que nacieron en aquellos años, muchas mujeres abanderaron un feminismo católico en el que fe y progreso debían ir de la mano.
Josefa Segovia fue una de esas mujeres que no renunció a sus creencias y defendió el derecho de las mujeres a acceder a la universidad y a profesiones liberales. A lo largo de una vida dedicada a la Institución Teresiana, Josefa Segovia consiguió su objetivo.
Junto al Padre Poveda
María Josefa Segovia Morón nació en Jaén, el 10 de octubre de 1891, en el seno de una familia acomodada, culta y católica. Segunda de seis hermanos, Josefa recibió una buena educación en el colegio de las Siervas de María, donde ya demostró que era una alumna ejemplar y dispuesta a seguir aprendiendo. Sus circunstancias personales le permitieron continuar con sus estudios de magisterio en Granada y en Madrid.
Con una sincera vocación de dedicarse a la enseñanza, el Padre Poveda, fundador de la Institución Teresiana en 1911, le ofreció un proyecto que no podía rechazar. Josefa aceptó sin pensarlo la dirección de la Academia Santa Teresa. Por aquellos años, se convirtió en la primera mujer inspectora de educación de la provincia de Jaén, pero su vida ya estaba comprometida con la Institución Teresiana, de la que fue nombrada Directora General en 1919.
Dos años antes, la Institución Teresiana había recibido el permiso para erigirse como asociación civil y diocesana. A principios de 1924 Josefa consiguió la aprobación canónica a perpetuidad de la obra teresiana por parte del Papa Pío XI.
La ejecución de San Pedro Poveda a principios de la Guerra Civil española, dejó huérfana a la Institución que Josefa rescató al momento, convirtiéndose en su principal guía. Como directora de la Institución Teresiana, hizo un incalculable trabajo de promoción de la educación femenina, siempre desde una óptica cristiana.
Impulsora y escritora
Además de su implicación en la Institución Teresiana, Josefa Segovia impulsó la creación de organizaciones; como la Asociación de Estudiantes y Universitarias Católicas o la Liga Femenina de Orientación y Cultura.
También tuvo tiempo para escribir, dejando publicadas obras principalmente de carácter religioso. Destacan Cristianismo exigente o Aspiraciones para comulgar en la compañía de la Santísima Virgen. Sus palabras aparecieron igualmente en revistas que ella misma promocionó, como la Revista de la Institución Teresiana que continúa publicándose bajo el nombre Crítica. También escribió en la revista Eidos e impulsó la edición de un tebeo, Molinete.
Josefa Segovia fue una figura clave en la expansión de la Institución Teresiana a lo largo y ancho del planeta, por los cinco continentes, en una treintena de países. En 1955 fue también impulsora de la causa de beatificación de Pedro Poveda, quien sería elevado a los altares en 2003.
Josefa afirmaba que "yo fui la hija más hija que tuvo nuestro Padre; que no fui para la Institución una Directora General, como se me llamaba. Sino su hija, su secretaria, su confidente, el instrumento de que se valía para realizar su Obra. Él pensaba y yo compartía con él la ejecución del trabajo".
Virtudes heroicas
Su labor terminaba el 29 de marzo de 1957, cuando falleció en su casa de Madrid. En 1966 se iniciaba su causa de beatificación. El 20 de noviembre de 2006 el Papa Benedicto XVI autorizaba el Decreto sobre las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Josefa Segovia Morón.
El legado de San Pedro Poveda y la Sierva de Dios Josefa Segovia, continúa vivo en la Institución Teresiana. Una Asociación Internacional de Laicos de la Iglesia Católica formada por "mujeres y hombres que nos asociamos para vivir la fe y contribuir a la promoción humana y la transformación social, mediante la educación y la cultura; desde nuestras responsabilidades profesionales y familiares, participando en la misión evangelizadora de la Iglesia". Una labor realizada en prácticamente todos los países del continente americano, en buena parte de Europa y en distintos puntos de África y Asia.