En una audiencia papal reciente, Francisco hizo una astuta comparación entre la oración y la música. Mientras discutía la importancia de la oración, el Papa reflexionó :
"La oración es una especie de pentagrama musical donde nosotros colocamos la melodía de nuestra vida".
Esta breve observación pretendía apoyar la lección más amplia del Papa sobre la oración, pero nos tocó una fibra sensible.
La práctica de la oración es extremadamente similar a la música. Cada uno tiene una métrica, letras establecidas y definidas, e incluso un tono. Además, tanto la oración como la música se hacen más grandes cuando se realizan en grupo.
Métrica
Quizás la mayor similitud entre la música y la oración se encuentra en su métrica o cadencia. Se trata del ritmo de una oración o un canto .
Imagina una iglesia llena de fieles rezando el Padrenuestro como uno solo. En lugar de cargar con la oración a una velocidad constante, cada línea importante de la oración está separada por una pausa.
Incluso las oraciones más cortas contienen estas pausas. Considera la oración de Jesús:
"Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador".
Estas pausas son las que forman la cadencia de una oración, así como los silencios forman un ritmo en la música.
Como puede atestiguar cualquier músico de jazz, los silencios son tan importantes como las notas.
Esto es tan cierto para la oración como para la música. Estas pausas dan énfasis a los momentos más importantes de una oración.
La cadencia también actúa como unificador, manteniendo a todos juntos mientras rezan.
En esto, el sacerdote se convierte en el director de la oración y la congregación en su orquesta.
En el caso del Padrenuestro, comienza con el "Padre Nuestro" y luego marca el ritmo con una pausa. Cada pausa es lo que ayuda a mantener a los fieles en ritmo y orando como uno solo.
Letra y tono
Así como las canciones tienen letras, las oraciones son constantes e inmutables. Cuando un artista hace una versión de una canción, sería un paso en falso cambiar la letra, y esto es especialmente cierto en el caso de la oración.
Las palabras son poderosas y cada palabra de una oración está escrita con cuidado y propósito. El poder de las palabras es una de las primeras cosas que la Biblia enseña en Génesis 1:
"En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas. Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz".
La Palabra de Dios fue el ímpetu para la creación. Sólo el sonido de la voz de Dios organizó la luz para que brotara a la existencia.
De manera similar, la música es la organización del sonido, ya sea una melodía frenética o una oración monótona.
Aunque la cacofonía de docenas de feligreses hablando en su propio timbre y tono pueda no sonar como música, es un estilo musical.
De hecho, la simple recitación de oraciones es la base del canto llano. Esto, a su vez, se convirtió en la tradición polifónica, que finalmente se convirtió en la música de la Iglesia que tenemos hoy.
En este sentido, se podría argumentar que incluso los éxitos pop que escuchamos en la radio se remontan a una simple oración recitada.
Todos juntos
En un concierto, una actuación en solitario puede ser maravillosa, pero siempre se hace más grandiosa con la incorporación de más músicos.
Así es también como funciona la oración. Cada uno de nosotros está llamado a orar al Señor, a crear una relación personal con Dios y ofrecerle alabanza en nuestra vida diaria. Sin embargo, la oración se vuelve aún más poderosa cuando oramos en comunidad.
Jesús mismo nos instruyó en Mateo 18:
"Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos"
De repente, las voces cacofónicas se han convertido en una armonía, apoyando a Jesucristo, que es la estrella invitada de la canción.
Una pequeña capilla se vuelve similar a un espectáculo de música clandestino y una basílica se convierte en un gran escenario para conciertos, elevando la música que es oración al Señor.