Trabajó al lado de monseñor Oscar Romero y eso le costó años de marginación en la misma iglesia.
Después de vivir el drama de los Escuadrones de la Muerte monseñor Gregorio trabajó en los diálogos de paz que deseaban sembrar reconciliación después de tanta muerte (al menos 75.000 muertos).
Al final de su vida pastoral, cuando ya parecía que iba a cerrar su ciclo como obispo auxiliar "vitalicio" (porque los obispos presentan su renuncia a los 75 años), el papa Francisco lo nombró CARDENAL, y lo transformó en el único cardenal obispo auxiliar en la historia reciente de la Iglesia.
«Monseñor, ¿cuál es el primer recuerdo que tiene usted de su niñez?», es la primera pregunta de una extensa entrevista en la que he raspado memorias de su juventud, he tocado nervios descubiertos y abierto cajones de sastre para confeccionar, gracias a "monseñor Gregorio", el semblante de un hombre de fe con esperanzas, sueños, dificultades, alegrías y tristezas. Un hombre auténtico.
La franqueza del coloquio nació de una antigua amistad porque nos conocíamos por el trabajo en el ámbito de la comunicación; cuando nos volvimos a encontrar en marzo del 2017 nació la idea: ¿por qué no hacemos un libro?
Años después el libro está impreso en El Salvador, y a través de las nuevas tecnologías de impresión “bajo demanda” y los libros digitales, ya está cruzando fronteras.
Estoy contento por este testimonio escrito porque necesitamos peregrinos que han dejado signos en el camino, y padre Gregorio, que no siempre ha sido tratado con rosas, ha dejado muchos signos luminosos.
Ariel Beramendi