El 13 de diciembre de 1997, el régimen cubano, encabezado por Fidel Castro, «reconoció» el festejo de Navidad tras haberlo «eliminado» el 2 de enero de 1969, cuando declaró que Navidad, Año Nuevo y los Reyes serían días laborables.
Estas tres fiestas se deberían celebrar cerca del 26 de julio –o el mismo 26 de julio—aprovechando el día en que dio inicio la Revolución que llevó al poder a Castro y a sus huestes.
Muchos periódicos de la época ironizaron diciendo que Castro trasladaba la Navidad al 26 de julio. Las autoridades cubanas justificaron la abolición de los días festivos por razones económicas. Castro había declarado a 1969 «Año del Esfuerzo Decisivo».
En 1969, el régimen cubano pretendía recolectar diez millones de toneladas de caña de azúcar, aprovechando que en invierno no llueve en la isla. Finalmente, no se llegó a esa cifra, pero las fiestas cristianas quedaron en el olvido oficial.
La visita de Juan Pablo II
La visita a Cuba que anuncia el papa Juan Pablo II –misma que se desarrolló del 21 al 26 de enero de 1998—hizo que Fidel Castro accediera a rehabilitar las tres fiestas. El decreto fue realizado el 13 de diciembre de 1997.
Aquella visita resultó histórica por más de un motivo. Castro reconocía la presencia real del catolicismo en el pueblo cubano; evaluaba positivamente la extraordinaria presencia del Papa en la isla y enviaba un mensaje de «apertura» al mundo.
Además, Juan Pablo II le había pedido a Castro (cuando lo visitó en el Vaticano en 1996) que restituyera las fiestas «abolidas» por el Partido Comunista Cubano, como condición previa para realizar la visita a la isla.
La frase central de aquel viaje del Papa fue: «Que Cuba se abra al mundo con todas sus magníficas posibilidades, y que el mundo se abra a Cuba». Unos lo vieron como un pedido del pontífice para que cesara el embargo comercial de Estados Unidos; otros como una petición para que el régimen se abriera a la democracia.
Mensaje de los obispos
En su mensaje navideño, los obispos de Cuba recordaron este acontecimiento, junto con la visita del Papa Juan Pablo II a la isla, quien fue «como peregrino del amor, de la verdad y de la esperanza, con el deseo de dar un nuevo impulso» a la Iglesia cubana.
«En esta ocasión se cumplirán 25 años de que las autoridades de Cuba decretaron la Navidad como un día feriado, lo cual permite que las personas puedan compartir esta fiesta en familia y participar en las celebraciones en sus respectivas comunidades», escribieron los obispos.
Y recordando las famosas palabras de Juan Pablo II al inicio de su pontificado, señalaron: «Que allí donde haya miedo, desconfianza, rutina, mentira y odio, Cristo ponga coraje, esperanza, entusiasmo, verdad y perdón».
Finalmente, los prelados señalaron la necesidad de «despertar la alegría y esperanza, en medio de tantas oscuridades y desalientos», y subrayan que la fiesta de Navidad «también nos compromete con la vida de nuestros hermanos, con la historia de la Iglesia y de nuestro país».
«Que en esta Navidad volvamos a soñar construir una patria de hermanos, donde cada uno pueda vivir con dignidad, donde nos escuchemos y dialoguemos para discernir el futuro, donde luchemos por el bien de todos en especial de quienes han quedado marginados por distintos motivos».