Padres cultos, vale la pena. Para educar unos hijos cultos hay que ser un matrimonio culto, una pareja que siente gusto por el conocimiento: las letras, el arte, los monumentos arquitectónicos, el buen cine. ¡Vaya verdad de Perogrullo! Sí, es muy evidente pero poco fácil. Hay que regar esa cultura. Con imaginación.
Hay muchos campos en los que cultivar a nuestros hijos pero, insisto, cultivándonos previamente como matrimonio. Pensando alternativas, salidas, conversaciones, lecturas.
Apoyar a la escuela con la cultura familiar
Y conviene mucho lograr en nuestros hijos ese gusto por las letras, el arte, las ciencias. Conviene mucho porque es una forma de apoyar la tarea de maestros y profesores desde casa. Cada día, en detalles ínfimos.
Un ejemplo: escuchándoles. Todos tenemos presente ese poema de Navidad que nuestros hijos declaman en fecha tan señalada. Lo subimos a una silla, si es preciso para que todos lo vean, y con los ojos encendidos ante la sorpresa de que un ser tan diminuto puede relatar asuntos tan bellos, le escuchamos. Y él se siente protagonista. Y se esmera. Incluso se acompaña con los brazos y la sonrisa, la entonación y las inflexiones de voz.
Amar la poesía, amar la lectura
¿Qué está sucediendo? Sencillamente le estamos enseñando a amar la poesía, la dicción, la memoria de los poemas infantiles más bellos o de los villancicos más entrañables.
El problema es que todo quede aquí. Se debe seguir con libros de poemas. O libros de cuentos. Un día laborable, cualquier noche podemos conseguir que lea un cuento brevísimo porque le hemos pedido que nos lo cuente apoyándose en las ilustraciones en las que aparece cada personaje.
Ahí puede crecer lo que se denomina la lectura por placer. Y pongo esta idea en cursiva pues no es una ocurrencia mía. Existe este concepto en los estudios y las investigaciones que saben que, si la lectura salta de la obligación a la devoción, al gusto, al placer, estamos en muy buen camino.
¿Para quién? Para nuestro hogar, para su vida, para la escuela. La cultura, el gusto por saber, el placer de descubrir los recovecos de la ciencia, de experimentar botánicamente con las hojas de los árboles recogidas en una excursión es el punto de partida.
La actitud es la base
Lo que hace falta es esa actitud por parte de los padres que se sorprenden ante la curiosidad de los hijos y les recogen con cariño cada hallazgo. Que les escuchan y les miran y les dan nuevos materiales. Frecuentemente.
"Pero oiga, eso lo hace la escuela". Es es el papel de la escuela. Existen muchas investigaciones que señalan que el contexto cultural familiar es el primer incentivo, no el último, para promover el saber, el estudio, la voluntad de ir más allá. Y el paso siguiente es el éxito escolar.
Sucede también con la música. ¿Qué música se escucha en casa? Cómo se educa el paladar musical de los hijos. Qué canciones suenan en el coche. No es un tema indiferente. Ahí se puede cultivar una vocación. O una afición.
Relación familia-escuela
Vamos a la relación familia-escuela. Ahora quien trabaja es la maestra, el profesor en el aula. Les ha hablado de la primera calculadora: el ábaco. ¿Somos capaces de apoyar con énfasis el gusto de calcular operaciones aritméticas con los ábacos en casa? Lo acabo de mirar: en Amazon un completo ábaco de madera cuesta 15 euros.
Nuestro hijo ha llegado a casa prendado por sus avances en el mundo de la acuarela en el aula de arte. Nos trae una hoja de cartulina con unas flores razonablemente bien pintadas. ¿Seguro que es imposible comprarle una caja de acuarelas de pastilla y unas cuantas cartulinas? No iré a Amazon. La papelería de al lado de casa se basta y sobra.
No me entusiasma el 'homeschooling' pero nos da pistas
Algunos padres me dirán que tienen cosas más importantes que hacer. Es imposible: ¿andar trabajando de día y haciendo de maestro en casa? Pues piénsese en el homeschooling. Los padres homeschooling no son una panda de bohemios o unos hippies. No, son profesionales que quieren dejar su sello como padres en la cultura de sus hijos.
No me entusiasma el homeschooling pero nos da pistas. Por ejemplo, nos indica que unos padres laboralmente activos pueden educar, culturizar, entusiasmar, motivar a sus hijos. Y si además estos homeschoolers se apoyan unos a otros, todo es posible.
Las familias que educan unidas permanecen unidas: Toledo
El secreto es disfrutar los padres con los padres y los hijos con los hijos en el tiempo libre familiar. Y converger. Los veranos son una época privilegiada. Un viaje de cuatro familias españolas, por ejemplo, a Toledo es inacabable: arte, historia, cultura. Pero hay que prepararlo. Bueno y hay que apoyarse en ellos, los hijos. Los mayores pueden preparar una visita guiada.
La vulgaridad, la apatía, las pantallas
No digo que las pantallas sean automáticamente vulgaridad y apatía. Bueno, bueno: este Mundial de fútbol es una fuente de geografía e historia impagable. Sin embargo, y es un ritornello constante en boca de gente prudente, las pantallas en general y los smartphones en particular se pueden convertir en la desidia, la irrelevancia, la vulgaridad, la banalidad y cosas peores que no auguran una sexualidad ordenada.
Se puede prescindir de ellos. Quizá es el primer paso. Y se está comenzando a hablar muy en serio de que los 16 años, después de mucha educación y cultura, puede ser el inicio más cabal del primer smartphone para los hijos. ¿Es que no estarán localizados? Acabo con otro precio: un móvil básico, de tecnología 2G, (que no es smartphone) cuesta alrededor de 30 euros. ¡Hay que ponerlo de moda!