Azúcar, leche, guayaba, arequipe, chocolate, coco y varios ingredientes de los dulces típicos colombianos se utilizaron para hacer el que puede ser el nacimiento más dulce del mundo.
Está ubicado en el oriente de Colombia, en el parque de la Tercera Edad del municipio de Floridablanca (Santander). Pesa más de 700 libras, mide 2,5 metros de ancho por 9,5 metros de largo y recrea algunas regiones de Colombia alrededor de la Sagrada Familia.
Este año, además, el pesebre dulce lleva un mensaje de humildad: «Por más hermosas que sean las piezas construidas con la mano del hombre y por tanto esfuerzo que hayamos puesto, el Divino Niño Jesús nos enseña que si no tenemos humildad no seremos grandes», dijo a Aleteia Cristian Jiménez, quien con su familia, empleados de su fábrica y vecinos, recrea el nacimiento del Niño Dios.
Los personajes, casas, vegetación y animales están elaborados en dulce de sidra, dulce de arroz, obleas, dulce de apio, mazapán (combinación de leche en polvo, azúcar y leche condensada), merengón, chocolates, cortados de leche, dulces de guayaba característicos de Colombia.
Con merengón, por ejemplo, se elaboró la Sierra Nevada de Santa Marta, donde habitan varios pueblos indígenas. Con panelitas de leche se construyeron las murallas de Cartagena, con mazapán se imitó el tradicional cultivo de café y con chocolate hicieron los portones y los tejados de las casas.
Estos mismos ingredientes que en 2021 le dan un toque cultural al pesebre de la familia Jiménez, fueron utilizados el año pasado para hacer el Castillo del rey Salomón, un tema más bíblico, en el que se emplearon 58 mil conservas de leche.
En agradecimiento a Dios
«En la familia somos muy creyentes y el pesebre lo empecé al regresar a vivir a mi municipio, después que prometí que no volvería. La vida me demostró que no es lo que uno quiera, sino lo que Dios le tenga a uno destinado. En algún momento se me ocurrió hacer un pesebre dulce, Jesús me indicó que ese era el camino, aunque no tenía idea cómo hacerlo», dijo Cristian en la entrevista con Aleteia.
«Hace diez años empezamos con uno de metro y medio por tres metros de largo y estuvimos muy preocupados porque no sabíamos cómo promocionarlo. Un día pasó un vecino y me dijo que le hiciera publicidad, pero yo no tenía dinero para hacerlo. Entonces él me regaló mil volantes y salí con mis hijos al parque a entregarlos, ¡no alcanzamos a repartir más de 40!», recuerda su creador.
Desde entonces el pesebre fue creciendo y creciendo; recibe cientos de visitantes y es noticia en los principales medios de comunicación.
«Lo importante es reunir a la gente para darle gracias a Dios por su nacimiento, pase lo que pase tenemos que ser agradecidos», cuenta Cristian, quien también organiza las novenas de Navidad, una tradición muy colombiana, y reúne regalos para entregar a niños de familias sin recursos.
Diez meses de planeación y ejecución
El proceso, cada año, empieza en febrero cuando se reúne con su esposa y sus hijos, a pensar qué hacer para el siguiente diciembre. Se dedican a recopilar información y a mitad de año definen el estilo y el tema que trabajarán.
Dos meses antes de diciembre se ponen manos a la obra junto con amigos, empleados y vecinos, quienes aportan para que cada año tenga la trascendencia de siempre.
El pesebre dulce estará abierto al público hasta el próximo 9 de enero, en las tardes y las noches. Luego de estar un mes expuesto, se procesará para convertirlo en melado y con él alimentar el ganado en el campo, solamente algunas piezas se conservan para el recuerdo.
Y nuevamente la familia Jiménez y quienes trabajan en Tentaciones Dulces y Obleas tendrán la misión de armar un pesebre diferente con un mensaje cristiano para los habitantes de Floridablanca y los visitantes.