En cierta ocasión santa Teresita de Lisieux pasaba por un momento angustioso. Entonces se acercó a saludar a la madre Genoveva, y esta, apenas la vio, y sin saber nada de la pena que embargaba a Teresita, le dijo:
"Sirve a Dios con paz y alegría. Recuerda, hija mía, que nuestro Dios es el Dios de la paz".
Se acerca la Navidad y el Dios de la paz pronto nacerá en un pesebre. Los cristianos lo estamos esperando con mucha alegría… pero también con mucha agitación.
La agenda navideña
Los afanes que nos acompañan todo el año se incrementan en diciembre. Desde noviembre comienza el alboroto navideño, que arranca con la decoración del antejardín y la puerta.
Luego avanza espectacularmente por la sala, con el árbol y el pesebre, y continúa hasta invadir cada rincón del hogar.
Al montaje anterior, hay que sumarle las listas de regalos, la impecable cena navideña con invitados, las novenas y los eventos especiales.
Pero como todo eso ocurre en medio de las cotidianas obligaciones, entonces, para cuando nace el Niño Jesús, estamos exhaustos.
Dios tiene el control
Este libro nos enseña a vivir en la serenidad de quien se sabe en las manos de Dios, aun en medio de la agitación del mundo. El padre Philippe tituló esta pequeña joya La paz interior.
Pero si quisiéramos ponerle otro título -más comercial-, tal vez podría ser "Descansa en Dios". Porque la idea principal que atraviesa el libro es: habitúese a confiar cada vez más en el Señor, sólo así experimentará que Dios le ama y provee. Serénese, suelte, y permita que el Padre del cielo se manifieste en su vida.
La turbulencia no es de Dios. Entonces tratemos de hacer todas nuestras tareas a la manera de Dios, es decir, tranquilamente, apoyándonos siempre en Él.
Cuando el corazón está en paz, como veremos a continuación, la gracia de Dios se despliega, nos inunda y florecemos espiritualmente.
La paz del mundo
La idea de "paz interior" que muchos tienen en su cabeza está relacionada con aromaterapia, yoga o una tarde en el spa.
También suele asociarse al descanso pasajero de quien disfruta de un rato de tranquilidad; algo así como: ya pagué las cuentas, por fin se me quitó el dolor de espalda y los niños están donde la abuelita… ¡qué dicha!
La anterior es una paz mundana. Se trata de un corto recreo que nos fabricamos nosotros mismos con nuestros recursos humanos, para darnos un respiro entre tanto ajetreo.
El problema es que en cualquier momento se acaba. Tan es así, que ni siquiera debe ocurrir algo grave para que se desplome esa "paz" hecha de cartón y pegante.
A veces basta con un trancón en la vía, y otra vez quedamos a merced del ventarrón del mundo.
La paz de Dios
El Hijo de Dios viene a traernos la paz verdadera. Es una paz totalmente distinta a la que solemos fabricarnos o nos vende el mundo.
Se trata de un don, una gracia que nos llena de gozosa serenidad y también, de una libertad que no conocíamos.
El padre Philippe expone, de manera muy sencilla, que la verdadera paz del corazón procede de la confianza total en Dios, es decir, del abandono.
En la primera parte de este texto nos explica en qué consiste esa paz del corazón, por qué es tan importante lograrla y cuál es el proceso para llegar a "darle carta blanca a Dios", es decir, colocar toda nuestra vida en Sus manos.
La paz que Jesucristo nos ofrece es un regalo tan, pero tan grande, que miren lo que dice el padre Lorenzo Scupoli, citado en este libro:
El demonio pone en juego todo su esfuerzo para arrancar la paz de nuestro corazón, porque sabe que Dios mora en la paz, y en la paz realiza cosas grandes.
Regreso a la confianza
En la segunda parte del libro, encontramos todos los obstáculos que se nos pueden presentar en el camino hacia la paz interior y cómo superarlos.
El sacerdote resuelve todas las preguntas que se nos pueden ocurrir y nos convence de que no abandonarnos en el Padre del cielo es una insensatez:
Qué injustificada es esa falta de confianza!... ¿No es absurdo que un hijo dude así de su Padre, cuando ese Padre es el mejor y más poderoso que puede existir, cuando ese padre es el Padre del cielo?
Un libro estupendo
Finaliza el padre Philippe con broche de oro. En las últimas páginas nos regala una selección con los mejores pensamientos sobre la paz interior, escritos por grandes santos como santa Teresita de Lisieux, san Francisco de Sales y san José María Escrivá.
Este maravilloso libro podría leerse de una sola sentada, porque es muy breve, valioso y fácil. Pero como el lector quiere apropiarse su contenido, entonces amerita sentarse varias veces para meditarlo y disfrutarlo.
Descansemos en Dios
¿Por qué seguir viviendo preocupados, inquietos, corriendo de un lado a otro, si el Señor nos quiere libres, felices y en paz?
Si nos abandonamos en las manos del Padre del cielo, experimentaremos que el Señor nos ama, guía y acompaña siempre.
Es simple: si permitimos que Dios actúe en nuestra vida, ¿qué creen que va a suceder?… pues que ¡Dios actúa!
El Dios de la paz está muy cerca, pronto nacerá. Recibámoslo serenamente. Este fin de año, confía en Dios, y no corras. ¡Feliz Navidad!