El 21 de diciembre, las puertas de la Catedral en esa ciudad del sur de Chile, se abrieron para recibir a 200 personas que tuvieron la oportunidad de conversar, disfrutar de una deliciosa cena y volver a sonreir. La actividad, organizada por la sede Chillán de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, es apoyada por la Parroquia El Sagrario, el Colegio Bicentenario Padre Hurtado y el equipo de la Pastoral Social Caritas de la diócesis, cuyo objetivo es ser un puente de encuentro que permita que muchas personas vulnerables, puedan tener una celebración de Navidad.
Es así como durante esa jornada, se brindó la oportunidad de contar con algunos servicios como peluquería y ropero, amenizado por música y Villancicos de Navidad. Todo en la previa de compartir el pan en una de las fechas más significativas para los católicos.
No están solos
Según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, INE, la población mayor de 60 años llega casi al 12% del total del país y para el 2035, se estima que alcanzará el 20%. La mayor concentración de adultos mayores se encuentra en la Región Metropolitana, Valparaíso y el Biobío. En cuanto a las personas en situación de calle, las regiones con mayor número también coinciden, según los datos de la Fundación Gente de Calle, que da cuenta de un total nacional 16,410 personas, donde el BioBio aparece en tercer lugar con un 8,5% equivalente a 1,398 personas que viven en esta condición.
Desde el Hogar de Cristo, Héctor Higuera, jefe social de Chillán, señala “Lo vivido con la comunidad es algo hermoso. Para las personas de calle y muchos adultos mayores, esta fecha es muy dura, porque están solos, abandonados, sin redes y por ello, que diversas instituciones hagamos esta actividad en conjunto, es una señal potente para que sepan que no están solos. Se suma también la participación de niños y jóvenes, que permite un momento de mucha alegría, lo que hace que los anime y podamos fortalecer nuestro trabajo de acompañamiento a quienes más nos necesitan. Así vivimos una Navidad que pone a Cristo en el centro, las personas en situación de calle son el Cristo que hoy en día está en vida y que tenemos que acoger y acompañar”.
La felicidad del compartir
“Para mí es una felicidad muy grande, porque pude estar con personas lindas, que me han ayudado mucho este tiempo y pude compartir y conversar mucho”, relata entusiasta a Aleteia, la señora María Inés Muñoz, (87 años) quien vive con su hermana mayor (89), a quien cuida en una pequeña vivienda a las afueras de la ciudad. “Vivimos solas con mi hermana desde que se me quemó mi casa en marzo y cuando me invitaron a la cena en la Catedral, yo me sentí muy contenta porque había mucha gente, música linda y la comida deliciosa, todo muy hermoso”.
La Cena en la Catedral de Chillán tuvo un significado muy importante para todos los que llegaron hasta ese gran “pesebre vivo”, incluida María. “Es muy lindo lo que hacen, gracias a esta invitación pude tener una cena de Navidad y compartir con diferentes personas. Yo tengo mucha fe en mi Señor que me ha ayudado tanto, pese a todo lo vivido, en especial este último año. He recibido ayuda y apoyo desde personal de Caritas, para seguir adelante y lo que más le pedí a Dios estos días, es que me mantenga lo mejor posible para poder seguir cuidando a mi hermana”.
Sobre la actividad vivida, desde la Pastoral Social Caritas Chillán, su director Mauricio Águila señala: “Es muy potente ver cómo la Catedral se transforma en un gran comedor que atiende a estos grupos de nuestra comunidad, que tanto nos necesitan. Poder ser parte de esto y participar, sentarnos a la mesa con estas personas, es un signo muy importante, nos permite vivir una Navidad distinta con un sentido y sello diferentes, donde tenemos un hermoso paréntesis ante el enorme consumismo vivido estas semanas. Me siento muy contento y orgulloso de lo vivido”, punualiza.
Lo vivido esta celebración de Navidad en la Catedral, dejó una huella muy grande en los corazones de todos aquellos que participaron de su organización y que permitió mirar a quienes normalmente son olvidados, entregando alegría y esperanza. Sin duda un gesto de Dios, de amor y la solidaridad, en torno a Jesús.